martes, 22 de mayo de 2012

OSLO



La visita a la capital de Noruega estaba enmarcada en un amplio circuito por Escandinavia que realicé en agosto de 2003. Yo no albergaba ningun interés especial por conocer esta ciudad pero me asombró porque me reservaba grandes sorpresas y, tanto es así, que le dedico un capítulo específico aparte.
La primera sorpresa fue lo agradable de pasear por sus tranquilas calles. Es una ciudad pequeña, con no más de medio millón de habitantes, que se encuentra ubicada en lo más profundo del fiordo y está rodeada de bosques. Agua y vegetación por todas partes, garantizan la belleza constante allá por donde camines.
Puntos de interés para visitar son:
-Parlamento, un edificio de formas redondeadas, sin estridencias, sencillo y original, con un gran parque frente a él invitando a la gente a contemplarlo.
-Catedral, muy cerca de lo anterior y también rodeada de jardines donde pasear.
-Ayuntamiento tan original, austero y potente, con sus dos torres marrones y cuadradas presidiendo el puerto y que pueden observarse mientras paseas por un muelle en el que hay múltiples lugares donde sentarte y disfrutar de buenas vistas, pues la ciudad se vuelca en el mar, bordeado de paseos y jardines. 
Es aquí donde se entrega todos los años el premio Nobel de la Paz.
-Museo de pintura en el que se encuentra el famoso cuadro de Munch “El grito” y otras obras del mismo autor que no conocía y que me impactaron tanto como su conocido cuadro. Hay obras de otros pintores que eran completamente desconocidos para mi, como Christian Krohg, que me conmovieron profundamente como nunca me había ocurrido ante una pintura. Si regreso alguna otra vez a Oslo, no dejaré de visitar nuevamente este musero, pero para pasarme allí un día completo.
-Parque de Vigeland.
Yo sabía que este parque era un símbolo de la ciudad, pero no comprendía por qué era tan famoso. Cuando estás ahí lo comprendes. Las esculturas que aquí se exponen fueron creadas en el periodo comprendido entre 1907 y 1942 y representan momentos de la vida de las personas y sus estados emocionales. Tienen tal expresividad que consiguen crear en quien las contempla ese mismo estado de ánimo que representan.
El nombre correcto del parque es FROGNER pero se conoce generalmente por el nombre del artista que realizó todas las esculturas e incluso diseñó los espacios. Gustav VIGELAND (1869-1943), artista noruego, quien trabajó a lo largo de 40 años modelando las esculturas que desde el año 1950 puede disfrutar el público.
El parque ocupa una superficie de más de 300.000 metros cuadrados y en él se encuentran expuestas 212 esculturas compuestas en total por 650 figuras. Es un museo al aire libre que no tiene parangón.
Los conjuntos escultóricos más importantes son:
-Una grandiosa Fuente de bronce que incluye una serie de esculturas de grupos humanos en granito.
-Un Monolito, que es el punto más alto y visible del parque, con una altura de 17 metros, consiste en una espectacular columna compuesta por 121 figuras esculpidas en un único bloque de granito, en donde aparecen representadas emociones humanas que van desde la tristeza y desesperación hasta la alegría y la esperanza. Todas las figuras están ligadas entre sí como sosteniéndose y ayudándose para no caer.
Esta columna se encuentra en lo alto de una gran escalinata circular decorada con impresionantes grupos de figuras humanas también en granito. 
Por último y rodeando la plaza del monolito, hay un total de 8 puertas de hierro forjado decoradas con grupos de figuras humanas.
Además de admirar arte, en este grandísimo parque se puede pasear y descansar por sus múltiples avenidas, su cuidado cesped y rosaledas con flores de todos los colores,  todo ello salpicado de banquitos donde sentarse por los rincones más entrañables.

En definitiva, este parque es un museo al aire libre, emocionante como ningún otro, espectacular y entrañable.

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