Este pequeño país sólo lo visitamos de paso, a la vuelta de uno de los viajes realizados por Alemania.
Estuvimos en la capital del Gran Ducado de Luxemburgo durante unas horas nada más. Lo justo para comer, dar un pequeño paseo por el centro, comprar el billete de tren de regreso de la amiga que habíamos visitado en Alemania y tomar el coche para regresar nosotros a Valencia.
LUXEMBURGO
La capital es un lugar lleno de bancos, no en vano es un paraíso fiscal, con parques, calles llenas de elegantes tiendas y con un acueducto romano en lo alto de una loma que practicamente se divisa desde todos los rincones.
Después de dar un corto paseo, buscamos la estación de trenes para comprar el billete de vuelta de nuestra amiga para que pudiera regresar a Alemania y luego nos dirigimos a elegir un lugar donde poder comer pero que estuviera cerca de la estación porque teníamos poco tiempo.
Elegimos una pizzería, o sea, que no probamos nada típico del lugar, por lo que la sensación era la de estar en cualquier ciudad, incluso nuestra Valencia porque nada había que llamara la atención como para pensar que pudieras estar en ningun otro lugar del mundo.
Ninguna emoción especial tengo asociada a este lugar, no porque no fuera bonito sino porque, seguramente, lo primero que me viene a la mente es el recuerdo de tantos bancos en tan pequeño espacio y lo que representa de evasión fiscal y malas artes financieras.
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