sábado, 19 de mayo de 2012

MALTA



Vamos de viaje a Malta aprovechando una oferta de Politours durante el puente del 8 de diciembre de 2009. La duración del viaje es de 5 días solamente.
Es una de las pocas veces en que podemos viajar desde Valencia directamente. El  vuelo es de 2 horas y no llega a hacerse pesado a pesar de que pasamos varios tramos de turbulencias.
El recibimiento de la agencia está muy bien organizado y nos reparten entre los autobuses que hay, tocándonos a nosotros uno pequeño porque nuestro hotel está en SLIEMA, una zona menos turística que St. JULIAN, a donde va casi toda la gente.
Nos hospedamos en el hotel Plevna, un tres estrellas flojito pero que no está mal. A pocos metros del mar, podemos coger ahí mismo cualquier medio de trasporte para visitar la isla. Una pega que tiene es que el agua del grifo no es potable pero no se si es en este hotel o es un problema general de la isla.
El primer día de estancia, bajamos tranquilamente a desayunar, sin prisas, porque la  noche anterior nos hemos acostado tarde, entre sacar las cosas de la maleta y que había tormenta, no he podido dormir hasta tarde.
Tras el desayuno esperamos a que venga la responsable de la agencia para explicarnos algunos detalles de la vida en Malta, los temas relacionados con el trasporte y las excursiones que nos ofrecen.
Después salimos paseando y llegamos al puerto, en donde compramos tickets para hacer un recorrido en bus turistico ya que el frio, viento y a ratos lluvia, son demasiado desagradables para ir paseando.
El recorrido que hacemos nos pasea por diferentes puntos de la isla de MALTA pero solamente nos bajamos en uno: MDINA, porque es el más interesante y además ya se ha hecho la hora de comer. Sigue haciendo mucho viento y frío pero por lo menos ya no llueve.
Paseamos por callejuelas empedradas y con palacios medievales por doquier, de una elegancia sobresaliente, con balcones pintados de colores y plazas amplias muy bellas. Hay montones de museos y lugares para comprar o tomar algo pero tenemos que ir directamente a comer porque el último bus turistico pasa a las 4 y son casi las 3. 
Comemos unas pizzas buenísimas en un  restaurante muy elegante, decorado con detalles medievales pero cuyo precio es de lo mas asequible, más barato incluso que en Valencia y además probamos la cerveza de aquí, con muy poco alcohol y que está muy buena. Parece servida con gaseosa pero más buena todavía. Yo digo que es la cerveza que más me ha gustado en mi vida. Mas tarde descubriré que es una forma de preparar la cerveza llamada Shandy, que consiste en mezclar cerveza con refresco de limón.
Salimos de este bonito restaurante y nos dirigimos hacia un lugar que fue antigua fortificación y desde la que puede observarse toda la isla de Malta. El frio, viento y el poco tiempo que tenemos no nos permite disfrutar de este bello lugar más que lo justo para dar un vistazo y hacer unas fotos. Cuando llegamos al  bus observamos que nos queda media hora y nos metemos en un restaurante a tomar un chocolate caliente y un capuchino que nos resultan también mucho más baratos que en Valencia.
Cuando volvemos a subir al bus, ya no volvemos a bajar y nos paseamos por los campos, de paisaje típico mediterraneo y por pequeños pueblos, hasta llegar ya de noche, aunque son poco más de las 5 de la tarde, a Sliema, nuestra parada y final de trayecto.
Subimos hacia el hotel, pasando un frio de mil demonios y nos paramos a comprar algun souvenir y botellas de agua y refresco de coco. Ya en el hotel nos ponemos a escribir correos porque en el hotel hay wifi y a leer (hay dos luces que no funcionan pero lo hemos dicho y no nos han hecho caso).  Cenamos en la habitación.
Al día siguiente salimos después del desayuno y nos dirigimos hacia el mar pero en la dirección contraria a la de ayer. Curiosamente, no encontramos el puesto del bus turistico de ayer. Caminamos y caminamos y no llegamos. 
Pero el paseo vale la pena. Vamos bordeando el mar y observamos que en la roca se forman como pequeñas piscinitas que deben de ser una gozada en verano. Seguimos caminando y no encontramos el punto de los barcos sino que llegamos hasta St. JULIAN. Suerte que un bus que pasa por ahí nos para y nos recoge. Vamos a hacer hoy el otro recorrido, el del sur de la Isla, pero empezamos por la capital:
La VALETTA
Es la capital de Malta. Llegamos hasta ella en un bus turístico de estos en que puedes subir y bajar cuando quieras. Nos lleva por el puerto que está lleno de embarcaciones de recreo. Con mucho tràfico coge una calle que va subiendo hasta llegar a unos altos desde los que se divisa una magnífica vista del puerto. 
Nos bajamos en un punto que es la estación central de autobuses, estos tan peculiares de color amarillo  y naranja, dejamos de lado una gran fuente (la de Tritón) y cruzamos unas grandes arcadas que nos meten de lleno en el centro de la ciudad.
Da la casualidad de que se celebra una gran fiesta y está todo lleno de gente, banda de música y una marathon. El gentío es inmenso pero logramos apartarnos bajando por una de esas empinadímas calles que bajan hasta el mar. Encontramos por fin los famosos jardines de Baracca, desde los que puede verse una espectacular vista del puerto y de la gran campana.
Volvemos a subir al centro de la ciudad por interminables escaleras (aquí lo de la accesibilidad no se como lo resuelven para las personas en sillas de ruedas) y cruzamos las famosas calles principales llenas de tiendas y edificios de solera.
Son las 13 horas y pensamos en volver a coger el autobús para bajarnos en un pueblecito de pescadores muy famoso y alli comer. Pero nos perdemos buscando la parada que no encontramos. Finalmente la encontramos pero resulta que es la última hora y ya, si nos bajamos en alguna parada, no tendremos autobús que nos recoja.
Total, que decidimos subir al bus y ya hacer el recorrido que queda por la isla sin bajarnos a hacer visitas con más tranquilidad.
Así vemos de pasada la Gruta Azul y el pueblecito de pescadores con sus famosas barcas llamadas luzzus Este pueblo de pescadores es Marsaxlokk y hoy tiene un mercadillo inmenso ¡qué pena no poder visitarlo!
Sobre las 5 de la tarde nos dejan en Sliema y ya nos vamos al hotel, en donde nos tomamos una cerveza típica de malta (buenìsima, dulce y con algo que parece gaseosa) y nos conectamos a internet con el wifi del hotel para escribir a casa.
Cenamos en la habitación y nos acostamos prontìsimo porque mañana tenemos la excursión a Gozo.
ISLA DE GOZO
La carretera que conduce desde Sliema hasta el lugar desde donde salen los ferrys que llevan a Gozo es la mejor de las que hemos pisado hasta ahora. Es una autovía aunque generalmente de solo un carril por cada lado.
Dejamos a ambos lados bonitos paisajes y pasamos por la parte más estrecha de la isla, de modo que podemos ver el mar a ambos lados de la carretera.
A un lado de la carretera y un poco alejado, puede verse el pueblecito de Popeye, que es el lugar donde se rodó la película sobre este personaje y que ha quedado como parque de atracciones aunque dicen que está un poco abandonado.

Al cabo de menos de una hora llegamos al embarcadero y cogemos el ferry a Gozo. Hace buen tiempo y la travesía, que dura una media hora, es agradable.
Dejamos a nuestra derecha la isla casi deshabitada de COMINO y se puede observar una costa llena de cuevas y apenas con vegetacion.
Nos acercamos al puerto de entrada a Gozo, una pequeña población cuyo nombre es Mgarr, muy bonito, lleno de pequeñas barcas y en lo alto de la colina se recorta la silueta de afiladas agujas de las torres de dos iglesias.
Enseguida nos recoge un autobús que nos lleva por una carretera que atraviesa pequeños pueblos, puertos pesqueros y un mal extraordinariamente azul. Hace un día muy bueno que se agradece. Casi dan ganas de bañarse en un lugar que parece ser que es famoso por sus clases de buceo. Hay cantidad de escaleras y paseos que terminan en el mar. Debe de ser un lugar muy romántico y fresco para las noches de verano.
Pero el punto al que nos llevan es a los acantilados con grandes rocas abriendo un espectacular arco sobre el mar y conocido como la Ventana Azul.
Es un lugar impresionante, lleno de piscinas naturales que se van haciendo en la roca. Nos lleva la guía a un pequeño embarcadero para que, quien lo desee, suba por el pequeño precio de 3 euros a unas barcas que cruzan la roca y hacen un pequeño recorrido por el otro lado de la ventana. 
En el embarcadero el agua es una balsa transparente, por eso me sorprende que nos pongan a todos los que subimos (6 por barca) chalecos salvavidas. Pero en cuanto cruzamos la roca, por un orificio tan justo que parece que la barca no lo va a poder atravesar, y entramos en el mar abierto, la barca empezó a sortear las olas de un mar que casi podría decirse embravecido (¡pero como salen las barcas con el mar así!). Yo que iba en el primer asiento, en la proa, me sujetaba como podía a los lados y a donde podía porque parecía que iba a salir despedida de la pequeña embarcación que parecía tan poca cosa ante ese oleaje. ¡Que mal lo pasé! ¡qué largo se me hizo el recorrido! Decían que eran aproximadamente 20 minutos pero a mí me parecieron horas…..y no sólo lo decía yo, otra gente también pensó lo mismo que yo y lo pasaron mal, quizás también era por haberme puesto en proa, donde se levantaba más la barca para sortear las olas.
El caso es que una vez regresamos y nos tranquilizamos, yo me acordaba de la gran cantidad de gente que cruza el estrecho de Gibraltar para llegar a Europa en barcas muy parecidas a éstas. Qué tortura deben pasar……..
Terminada la aventura fuimos a dar una vuelta por los alrededores de la Ventana Azul, desde no parecía que el mar fuera tan bravo. Un lugar muy agreste y todavía poco visitado por los turistas. Nuestro autobús era el único en toda la zona.
A continuación la comida en un restaurante en medio del campo, muy agradable y decorado con objetos típicos de la zona. Hasta un Luzzu en la entrada.
Después de comer, visita a la capital de la isla, Victoria, con una muralla bien conservada pero no subimos arriba (desde donde se podía ver una buena vista) porque después de comer lo que nos apetecía era un buen capuchino en una placita muy agradable, entre dos pequeñas iglesias. También pudimos comprobar lo engalanadas que estaban las calles porque celebraban una festividad y aquí la gente es muy religiosa.
Cuando regresamos al ferry ya estaba escondiéndose el sol y pude hacer unas fotos buenísimas (al menos eso me parece a mí). El autobús nos dejo en el hotel pero hoy no nos quedamos a cenar en la habitacion porque, al ser nuestra última noche, queríamos cenar en algun restaurante de comida maltesa.
Efectivamente encontramos dos juntos y entramos en uno de ellos, en donde se podía probar el típico plato suyo que es a base de conejo. Yo, al no comer carne, me pedí unos spaguetti (que por cierto estaban malísimos).
Nuestro último dia en la isla de Malta lo aprovechamos bien porque, como el avión salí por la tarde, dedicamos la mañana a hacer el crucero por el puerto de La Valeta y depués comer en un restaurante, esta vez italiano, a la orilla del mar.
El regreso a Valencia muy bien, hasta me tocó ventanilla y todo. No hubo turbulencias y el niño de la joven pareja, que a la ida llevábamos detrás, esta vez lo llevamos delante pero se portó muy bien. La verdad es que era un niño muy gracioso.
A las 9 de la noche, la hora prevista, llegamos al aeropuerto de Manises.


                                                  







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