JORDANIA
Viajo desde Barcelona hasta Ammán, el día 31 de enero de 2010 para celebrar mi cumpleaños (el día en el que regresaremos, 7 de febrero).
El vuelo, de unas 4 horas, es perfecto, sin turbulencias y llegamos a la hora prevista a la capital jordana. En el aeropuerto nos espera un representante de la agencia, que nos reparte por los hoteles. El nuestro es el hotel Al Nayrouz, un 3 estrellas al lado de una mezquita, desde la que se encargarán de despertarnos todos los días a las 5 de la mañana.
AMMÁN.
La primera impresión es la de una ciudad caótica, con casas construidas en laderas y que, desde abajo, parece que estén colocadas unas sobre otras. Te preguntas como llegará la gente a sus casas que parecen amontonadas y sin orden ninguno. El tráfico también es desorganizado y vas por un lugar que parece céntrico y de repente parece que estés en las afueras de la ciudad o en el campo.
El guía, Farhal, nos lleva hasta el Anfiteatro romano, magnífico y de grandes dimensiones. Allí dentro está el Museo de las tradiciones populares, lleno de figuras con los trajes típicos de las regiones jordanas.
La siguiente visita dentro de la ciudad de Ammán es la Ciudadela, desde donde se divisa una extraordinaria vista de la ciudad, y donde quedan restos romanos bien conservados. Aquí visitamos también un museo: el de Arqueología.
Continuamos con una visita al castillo de Ajlun, en lo alto de una colina, desde donde puede verse un paisaje impresionante. Seguimos hacia JERASH, o Gerasa, conocida como la Pompeya del Este. Pasamos el Arco de Adriano y después vamos a comer en un restaurante de buffet libre, antes de pasear por esta antigua ciudad romana tan bien conservada.
Resulta una visita muy interesante porque se conserva muy bien aquella antigua ciudad, se ven los templos, fuentes, casas, todo ello envuelto en mucho verde y flores amarillas, gracias a las lluvias de los últimos días. La ciudad con sus blancas casas abraza las ruinas, dándole un toque de vida que estremece cuando, al atardecer comienzan a oirse los cánticos de la llamada a la oración. Vemos ocultarse el sol a traves de un inmenso paseo de columnas impresionantes.
Regresamos al hotel ya de noche, donde nos esperan para cenar.
El segundo día del viaje es de mucha carretera porque bajamos recorriendo el país hasta llegar a Petra. Pero antes
Visitamos otros lugares:
- MADABA, ciudad en la que se encuentra una iglesia ortodoxa en cuyo suelo se conserva un antiguo mosaico con el mapa de Tierra Santa.
-Monte NEBO, desde donde se divisa todo el valle del Jordán e incluso la ciudad de Jerusalem. En este monte hay una cruz de hierro con la serpiente recordando la figura del profeta Moisés.
-El castillo de KERAK, a una icreíble altura y cuyas vistas merece la pena observar desde diferentes lugares. Después de comer seguimos camino de Petra.
PETRA
Llegamos a Petra por la noche, aunque en realidad el hotel está en un pueblo cercano que se ve muy bonito desde la ventana del hotel Sella por las luces extendidas en las montañas como si fuera un belén navideño.
Al dia siguiente hacemos la visita a la ciudad nabatea de la piedra roja. En la entrada al desfiladero están rodando una película. Alli hacemos una paradita y enseguida entramos en el desfiladero que nos conducirá a la antigua ciudad. El desfiladero es impresionante. Se trata de un estrecho pasillo de un kilómetro de largo flanqueado por piedras de una altura considerable y de formas caprichosas.
Cuando llegas al final, de repente, aparece el frontal del famoso Tesoro, un monumento funerario perfectamente conservado. Es el lugar de reunión de los grupos y alli se dan las explicaciones sobre este antiguo pueblo, antes de seguir hacia el resto de los muchos lugares que hay para visitar. Hay cuevas y monumentos excavados en las rocas. En algunos lugares los colores de las rocas son espectaculares, rojos, anaranjados y amarillos haciendo aguas. Hasta los lavabos son impresionantes bajo estos techos coloreados de forma natural.
Después de largos paseos por los diferentes lugares, nos reunimos el grupo para comer en un buffet libre, donde yo “me pongo las botas” con el humus, que es lo que más me gusta, extendido sobre pan de pita.
Al acabar regresamos otra vez hacia el monumento del Tesoro pero nos entretenemos poco porque hace muchísimo frío y un viento desagradable. Volvemos a atravesar el desfiladero y regresamos al autobús para dirigirnos a la Pequeña Petra, donde volvemos a pasearnos entre rocas de formas caprichosas y cuevas naturales. El frio aumenta y parece que vaya a nevar, por lo que regresamos a los hoteles.
El cuarto día salimos de los hoteles envueltos en una espesa niebla que dificulta mucho la conducción, suerte que el chofer que llevamos es muy bueno porque entre la niebla y los precipicios que bordean la carretera….. Nieva copiosamente y nos damos cuenta de la suerte que hemos tenido de poder visitar Petra. Los turistas de hoy no podrán entrar ¡eso si que es mala suerte!
Finalmente llegamos al desierto, a WADI RUM.
Allí subimos en jeeps (conducidos por adolescentes) que nos introducen en el desierto, donde hacemos varias paradas, unas para tomar un té junto a beduinos, otras al lado de las montañas y dunas impresionantes. Los diferentes colores de la arena son acusados y me llaman mucho la atención.
Comemos allí mismo y cogemos nuevamente carretera hasta llegar a AQABA, la ciudad más al sur y también la más rica. Es zona de turismo por ser la única salida al mar de Jordania. Es el mar Rojo y a la otra orilla pueden verse colonias de Israel y hoteles egipcios.
Cogemos carretera, ahora para unas cuantas horas hasta llegar a Ammán, de nuevo.
Volvemos a tener el mismo hotel en la capital, pero esta vez la ventana no da ni a la mezquita ni al jardincito, sino a un patio interior. Pero no podemos decir nada porque ahora sí hay más turistas, aunque nosotros seguimos cenando completamente solos.
El quinto día es el de la visita al Mar Muerto. Aunque el tiempo es muy malo, nieva y hace un frio que no creemos nos permita bañarnos. Pero no, en esa zona, la más baja de la tierra, aunque llueve no hace frio, por lo que la mayoría nos bañamos y muchos se embadurnan con sus famosos barros.
Es muy curioso el baño porque flotas sin querer y si te salpicas en los ojos, el picor es inmenso durante un buen rato, cosa que he sufrido yo misma.
Regresamos a Ammán y otra vez la temperatura baja y nos acompaña la nieve. Yo voy de verano, con chanclas, porque se me ha humedecido toda la ropa durante el rato que hemos estado en el Mar Muerto. Lo bueno es que comemos en un restaurante buenísimo llamado Don Quijote, en donde una mujer hace el pan de pita en un horno beduino y comemos de maravilla. Hay unas buenas estufas y los pies entran en calor por suerte.
Al salir del restaurante vamos a una tienda muy grande especializada en productos de belleza del mar Muerto y otros souvenirs. Allí nos despedimos de nuestro guía, Farhal, al que le hemos entregado el regalo que llevábamos para una amiga que vive allí hace muchos años pero a la que no hemos podido saludar porque estaba enferma.
El último día lo dedicamos a hacer una excursión hasta DAMASCO pero este viaje lo describo en el capítulo dedicado a SIRIA.
Al día siguiente regresamos a España, recogemos el coche en el parking y paramos a comer en un restaurante de carretera donde celebramos mi cumpleaños.
Lo más emocionante del viaje a JORDANIA ha sido la visita a la antigua ciudad nabatea de Petra y el impresionante desfiladero que conduce a ella.
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