Llegamos a Dubrovnick y nos dejan enseguida en el hotel Croatia, en Cavtat.
Nos quedamos un poco disgustados porque está lejos de la ciudad, pero cuando nos levantamos al día siguiente y vemos las vistas desde la terraza nos quedamos gratamente impresionados. Una buena terraza da directamente al mar y pequeños islotes marcan el horizonte. Cuando salimos a desayunar y vemos los rincones agradables (todos con impresionantes vistas) del hotel, el bosque de pinos con caminos para pasear por sus alrededores y, para colmo, contemplamos la vista que hay a la pequeña ciudad de Cavtat desde una gran terraza, nos quedamos pasmados.
El primer dia tenemos una excursión a Dubrovnik.
DUBROVNICK.
A los pocos minutos de una carretera de vértigo, el bus hace una parada en un alto desde el que puede divisarse la más famosa vista de esta ciudad amurallada, la antigua Ragusa.
Parece una postal. Es preciosa, recogida y bañada por el mar. Con casas de poca altura y con sus tejados todos rojos, forman un verdadero espectáculo. Acompaña además el precioso día que nos ha salido.
La visita guiada a la ciudad dura poco tiempo y nos llevan a la antigua farmacia, instalada en un bonito claustro de un antiguo convento. Precioso el patio gótico con jardines y fuente.
Visitamos también el palacio del rector y después la catedral, que están rehabilitando. No merece la pena ni en su interior ni exterior. Lo que es verdaderamente bello de esta ciudad son sus estrechas callejuelas y las murallas que la rodean, desde donde se divisa toda la ciudad, que fue reconstruida tras los ataques serviomontenegrinos de esa sangrienta guerra de los años 90.
Tras recorrer una parte de las murallas, dejándonos maravillar por un mar de un azul imdescriptible, bajamos al puerto y allí mismo comemos, en un restaurante al aire libre, en donde sirven pescado fresco y un arroz negro buenísimo. Los precios muy asequibles.
La vuelta al hotel resulta un poco complicada porque nos equivocamos de estación y tenemos que buscar la estación antigua, de donde sale el autobús nº 10 que nos llevará a Cavtat. Al final lo encontramos y después de preguntar por aquí y por allá con mi inglés de emergencia, subimos y tras atravesar estas carreteras con vistas impresionantes durante media hora, nos deja en nuestro precioso pueblecito: CAVTAT.
Llegar hasta el hotel no cuesta más de 15 minutos, entre el paseo al borde del mar y unas escaleras atravesando el bosque que nos dejan en la misma entrada del hotel. Las vistas del pueblo a esta hora del atardecer me dejan impactada. Hasta en la oscuridad puede admirarse la trasparencia de sus aguas y el tranquilo descanso de las barcas. En el horizonte un pequeño y solitario faro. Y a lo lejos las luces de Dubrovnick.
Llegamos a tiempo de ver la puesta de sol desde la terraza de la habitación y hago algunas fotos que me quedan muy aceptables.
Cenamos todo el grupo juntos en una de las habitaciones porque tenemos nevera, sillas de sobra, en fín, mejor que ningun hotel de los que hemos ocupado hasta ahora.
Los dos días siguientes tenemos contratadas excursiones a la ciudad de Mostar, en Bosnia Herzegobina y a algunas ciudades de Montenegro. Ambas excursiones se relatan en el capítulo correspondiente a estos países.
El último dia de estancia en Croacia, y tras regresar de la excursión a Montenegro, dejamos las cosas en el hotel y nos vamos a cenar esta nuestra última noche a un buen restaurante de marisco en Cavtat. Una cena de lujo y a buen precio, según los entendidos en marisco. Yo repito con el arroz negro, que es típico del lugar.
Nuestra última mañana en Cavtat la pasamos paseando por la orilla del mar, comprando souvenirs y elegimos para comer,en plan sándwich y césped, un lugar apartado del pueblo, en la orilla del mar y bajo el paseo que lo bordea, por donde hemos caminado algunas noches.
Nada más comer, nos vamos al hotel porque a las 3 viene a recogernos Politours. Vuelo sin incidentes y todo bien.
Volvería a Croacia sólo por estar en este mismo hotel, paseando por sus bosques y a la orilla del mar. También me gustaría conocer la zona del norte, en donde están los famosos lagos y cataratas de Plitvice. Será en la próxima.
He sentido intensas emociones practicando meditación diaria en la bonita terraza frente al mar que teníamos en la habitación del hotel de Cavtat. Pero también ha sido intensamente dolorosa la experiencia de haber pisado los mismos lugares en donde hace tan pocos años se vivió una terrible guerra entre comunidades, agravada por la pésima gestión internacional del conflicto. Todavía se podía ver los agujeros de las balas en muchas de las casas cercanas al famoso puente de Mostar. Y aún sangran las heridas de sus gentes.
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