Sólo visité este país en una ocasión. Fue en diciembre del año 1999 y con motivo de ir a visitar a una amiga que disfrutaba de una beca Erasmus en la universidad de Graz.
Es una ciudad pequeña, de poco más de 200.000 habitantes, pero que tiene todas las ventajas de las ciudades grandes. Situada al Sureste de Austria, es la segunda capital en importancia. Está a sólo 200 Km. de Viena.
Como ciudad universitaria, cuenta con muchos lugares donde pasar un rato los jóvenes y allí fue donde probé (una noche de invierno a bajo cero y en una gran plaza al aire libre), una taza de vino caliente. No lo recuerdo como de especial calidad pero al menos calentaba el cuerpo.
También pudimos disfrutar en esta ciudad de un Belén hecho de hielo. Se encontraba en el interior de un recinto que recordaba un claustro, y allí se sostenían las figuras y todo el Belén, a pesar de que parecía que iban a derretirse en cualquier momento.
Un día, tan frío como los demás, nos armamos de valor y salimos con ánimo de pasear y subir al Schlossberg, monte amurallado que dispone de un buen mirador desde donde contemplar toda la ciudad y el curso del caudaloso río Mur. Se puede ascender por una escalinata que va serpenteando la roca y resulta muy original, o bien se puede ascender en funicular.
Llegamos arriba y, efectivamente, desde allí se puede observar todo Graz desde todos los puntos de vista y allí es donde se encuentra el famoso reloj, emblema de la ciudad y punto de encuentro, al parecer, de los enamorados.
2.- VIENA
El recuerdo más vivo que tengo de esta ciudad es la inmensidad de sus avenidas, con palacios y elegantes edificios que parecía que no iban a terminar jamás. Caminar y caminar sin parar, aquellas avenidas no se acababan nunca. Asocio a esta ciudad un agotamiento infinito unido al asombro por la espectacularidad de todos los edificios y monumentos que atravesábamos. Fue una bendición encontrar un acogedor café donde tomarnos un café con leche bien caliente.
Monumentos dignos de ver de esta ciudad :
-Palacio de Schonbrunn, de un lujo indescriptible y rodeado de parques, invernadero, fuentes y jardines muy cuidados. Fue el lugar donde vivió la famosa y romántica pareja formada por el emperador Francisco Jose I y Sissí.
Una puede perderse sin lugar a dudas por estos inmensos jardines, que no son los únicos, porque en Viena se puede disfrutar de muchos espacios verdes muy cuidados. Otros jardines importantes y muy cuidados son los de Belvedere, en donde hay otro magnífico palacio de estilo barroco.
Se puede encontrar muchos parques muy visitados por los vieneses pero que a nosotros, desgraciadamente, no nos dio tiempo de conocer como son el parque del Danubio, con una torre en cuyo extremo hay un mirador que va girando para poder ver la ciudad desde todos los ángulos; el Prater que es una especie de parque de atracciones en donde se halla la Rueda gigante (una gran noria), construida en 1896 y considerada también un símbolo de la ciudad. La famosa escultura dorada de Johann Strauss se encuentra en los jardines de Stadtpark, que tampoco tuvimos tiempo de visitar.
-la Ópera Nacional, el teatro lírico más famoso del mundo y con el más alto nivel de calidad.
-la Catedral de St. Etienne (San Esteban), cuya torre mide 137 metros de altura es un emblema de la ciudad. Considerada una de las más bellas obras del gótico, merece la pena embobarse mirándola por fuera y por dentro. Por fuera toda ella es magnífica y llama la atención el colorido mosaico del tejado, en colores amarillos y verdes que resultan de lo más original. Por dentro vale la pena detenerse ante algunas figuras talladas y en el blanco púlpito gótico.
Me llamó mucho la atención encontrar en una iglesia del centro de Viena, en la Iglesia Votiva, en su interior, una máquina expendedora de chocolatinas y otros productos de Comercio Justo.
-El Ayuntamiento, es un edificio neogótico de gran belleza y símbolo, al igual que la catedral, de la ciudad. Tiene ante sí una plaza muy amplia que puede verse vestida de un gran tapiz de flores que casi la cubre toda.
-La Heldenplatz (plaza de los héroes), es tan amplia, tan ancha, tan larga, que te cansas de ir de una punta a la otra. Como todo en Viena, está rodeada de césped y árboles y delimitada por el inmenso palacio imperial.
-La casa viva encantada. Este es el nombre que le puse yo a este lugar que en realidad se conoce como la casa de Hundertwasser (nombre del arquitecto), que busca una forma ecológica de habitar.
Para mí es encantada porque me produjo una gran sorpresa y me trasladó a un mundo de fantasía. Era como estar en un bosque del que emergían, con mucho esfuerzo y reivindicando espacio, ventanas, puertas y cemento pintado de todos los colores. La abundancia de tonos de los arboles, desde el amarillo al ocre más discreto y todos los marrones, naranjas y verdes, dejando espacio a los colores de los retazos del edificio que se adivinaba, era un espectáculo digno de ver. Era como estar delante de un ser vivo disfrazado de casa a la que le salía por todos los poros la vida vegetal.
Su construcción acabó en 1985.
-Viena es la tercera sede de las Naciones Unidas (junto a Nueva York y Ginebra), para lo que se ha destinado lo que se conoce como Centro Internacional de Viena y que consiste en varios imponentes edificios de cristal y hormigón, en donde trabajan miles de funcionarios procedentes de más de 100 países. No tuvimos tiempo de visitar este lugar. Otra vez será.
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