domingo, 17 de junio de 2012

TÚNEZ



Primer viaje
Visité este país en diciembre del 2002,  al formar parte de un grupo de gente de la organización CERAI que iba a supervisar un proyecto de desarrollo en el desierto.
Salimos de Valencia en autobús y nos dirigimos hacia Barcelona, desde donde salía nuestro vuelo directo a Túnez, la capital.
Desde la capital nos trasladamos a un pueblecito precioso, Sidi Bou Said, que se caracteriza por la blancura de las paredes de sus casas y el contraste de las puertas y ventanas pintadas de un azul intenso. 
No hay tráfico y las calles son empinadas y estrechas, con escalerillas algunas, por lo que el traslado de las maletas fue toda una heroicidad si a eso además se añade que comenzó a llover, acabando la noche con una buena tormenta como recibimiento.
El hostal donde nos alojamos era una casa típica, con un gran patio y bordeándolo las habitaciones. Sin luz, nos repartimos en los dormitorios como pudimos y nos echamos a dormir agotado todo el mundo.
Al levantarnos y tras desayunar, ya estaban esperándonos dos jeep, con su correspondiente chofer cada uno, que iban a ser los que nos iban a permitir atravesar la zona del desierto a la que deseábamos trasladarnos. Además de estos dos vehículos, estaba la furgoneta que utilizaban los responsables del proyecto de desarrollo y que iba a ser el tercer medio de trasporte para todo el viaje.
Lo primero que hicimos fue visitar el proyecto de desarrollo financiado por la organización, que consistía en un sistema de riego por goteo en las áridas arenas del desierto en donde se suponía que debían brotar unos árboles autóctonos, aunque en el momento que fuimos no se veía nada más que arena y arbustos.
Tras dejar este lugar ya nos dirigimos hacia el sur pasando por lugares muy exóticos como Matmaha, y Tataouine (en cuyo Ksar Hadada se rodó la guerra de las galaxias).
Pero lo más exótico fue la Nochevieja. El día 31 de diciembre despedimos el 2002 y saludamos al nuevo 2003 en un oasis del desierto, en  Ksar Ghilene, en donde había un manantial de agua caliente del que por la noche salía vapor y en el que mucha gente se bañaba. La noche estuvo llena de cantos, bailes, fuego y se durmió muy poco. Entre otras cosas porque todos dormimos en unas haimas en donde hacía mucho frío y el suelo resultaba tremendamente duro para descansar.
El primer día del año lo pasamos viendo a los tuaregs con sus camellos y admirando la belleza del desierto.
De vuelta a la civilización pasamos por bonitos oasis de montaña como Chebika, Gabes y una ciudad, Tozeur. Nos alojamos en un bonito hotel de la ciudad de Kebili llamado Hotel Fort des Autruches. Tenía la arquitectura característica del lugar, también con un gran patio blanco, bordeado por las habitaciones. Un bello lugar desde cuya terraza pude disfrutar de una espectacular puesta de sol mientras llamaban a la oración.
Paseamos en calesa por el palmeral más grande de Túnez, en Nefta, donde había más de 400.000 palmeras. La pena era que la mayoría estaban enfermas.
 Otro lugar que visitamos y que llamaba mucho la atención por la gran blancura que parecía no tener fin, fue el lago salado  Chott- el- Cherid.
Antes de volver a la capital para regresar ya a casa, tuvimos la oportunidad de conocer a un médico amigo de nuestro guía (que era el responsable del proyecto por parte de CERAI), que nos invitó a su casa y que fue muy amable con nosotros. También conocimos a un investigador que nos llevó a lo alto de una montaña (por una carretera en la que nos jugamos la vida) y al que acompañaba un japonés vestido a lo Indiana Jones muy simpático y todo un personaje. 
De regreso ya a la capital, visitamos CARTAGO,  cuyas ruinas romanas frente al mar son de una gran belleza. 
En la capital, TÚNEZ, nos alojamos en un céntrico hotel llamado Le grand hotel du Lac, cuya estructura era muy moderna, todo acristalado y desde el que teníamos unas vistas privilegiadas sobre la ciudad.
Es una capital de estilo europeo totalmente, moderna y llena de tiendas y gente vestida al modo occidental. Te das cuenta de que estás en un país no europeo cuando te adentras en el bazar, magnífico, lleno de objetos artesanales que te llevarías sin pensar si no fuera porque hay que pesar la maleta antes de subir al avión. Allí todo el grupo compramos objetos de recuerdo y regalos para la familia.
Regresamos al día siguiente a Barcelona y tomamos en autobús que salía de madrugada para estar al día siguiente en Valencia.
Fue un viaje muy interesante y del que guardo un recuerdo muy especial. Allí hice amigas nuevas y pasé por experiencias en las que pude poner a prueba mi valor. Fueron muchas las EMOCIONES que sentí en este viaje, tanto positivas como negativas:
Positivo fue contemplar el desierto, algo extraordinario que no se puede describir. Admirar las dunas que se pierden en el horizonte es una experiencia magnífica. También la arquitectura de las casas y el atardecer con el sol ocultándose tras las palmeras es algo digno de recordar.
Negativas fueron algunas otras porque pasé miedo subiendo por algunas peligrosas carreteras y caminos  por los que parecía que nuestro jeep fuera a volcar. También me asusté cuando nuestro 4x4 se atascó en una duna del desierto de donde parecía que no fueramos a salir. Daba miedo también observar como un camino del desierto, de repente, desaparecía por la acción del viento y te preguntabas ¿por donde seguimos? Suerte que nuestro chofer era experto, los dos lo eran, pero tanto que nos jugábamos la vida en la carretera porque corrían y adelantaban sin mirar. Eran muy temerarios y más de una vez estuvimos a punto de tener un accidente, como cuando se nos pinchó una rueda yendo a toda velocidad y no se cómo no volcó el vehículo.
Pero la verdad es que recordar todo esto una vez estás ya en casa sana y salva, hace que todo resulte mucho más valioso y emocionante. 

2º viaje 

El  puerto de Túnez era escala en el crucero del Grand Voyager por el Mediterráneo que realicé en marzo de 2009.
Nos habíamos inscrito en una excursión que recorría la ciudad de Túnez, con una panorámica general y una parada en la Medina, famosa por ser muy grande, con callejuelas llenas de encanto en algunos rincones. Después teníamos incluída la excursión hasta Sidi Bou said, pasando por algunas ruinas de Cartago.
Efectivamente la Medina merece la pena por su callejuelas con multitud de arcos y casas con algunas ventanas pintadas en color azul y puertas de todos los colores, grandes y redondeadas.
Allí hicimos una parada en un pequeño taller de perfumes, en donde nos dieron a probar un montón de olores diferentes y que son la base de muchos de los perfumes de moda.
Tras salir de aquí, paseamos por las estrechas calles hasta introducirnos en un gran bazar, en donde la aglomeración de gente llegó a su máxima expresión en un determinado momento porque nos juntamos allí varios grupos de turistas de varios barcos atracados en el puerto.
El guía nos llevó hasta una gran tienda, en donde pudimos utilizar los lavabos (cosa que ya se hacía muy necesaria, después de horas de paseos) y subir a la terraza desde donde se divisaba una espléndida vista de la Medina. Naturalmente, allí todo el mundo cargó con montones de compras. También te ofrecían por la calle multitud de souvenirs y aquí sí que había que regatear (cosa que, por cierto, a mí se me da fatal)
Cuando salimos de la Medina, volvimos al autobús y nos dirigimos hacia el bonito pueblo azul y blanco de Sidi Bou said, pasando por algunos vestigios cartagineses: arcos, columnas …También por toda esta zona hay buenas casas, ajardinadas y que dan cuenta de que aquí, en Cartago, es donde vive la gente de más alto poder adquisitivo.
Llegamos al pueblo y la verdad es que apenas se parece al que yo recordaba de hacía 7 años. Está infestado de visitantess, todo dirigido hacia ellos, puestos de venta de souvenirs a lo largo de la calle principal, en fín, que se ha transformado en un típico pueblo volcado en el turismo. Es lógico, la gente tiene que vivir.
Eso sí, sigue tan bonito con todas las puertas y ventanas en azul luminoso, el mismo color del mar, que se ve desde múltiples lugares, y el cielo que lucía espléndido. De vuelta a los autobuses, que se aparcan a la entrada del pueblo (unos 10 minutos de paseo desde lo alto que es donde está el centro turístico), sudamos todo el mundo a base de bien porque el calor era insoportable.
  Una visita demasiado rápida que apenas te permite disfrutar de la belleza del lugar. Menos mal que yo ya lo había disfrutado hacía años.
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Hace un año aproximadamente en TUNEZ comenzó lo que se ha conocido como la Primavera Árabe, protestas y movilizaciones sociales reivindicando democracia y reformas constitucionales hasta derrocar al gobierno de Ben Alí..




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