domingo, 29 de abril de 2012

JORDANIA


JORDANIA

Viajo desde Barcelona hasta Ammán, el día 31 de enero de 2010 para celebrar mi cumpleaños (el día en el que regresaremos, 7 de febrero).
El vuelo, de unas 4 horas, es perfecto, sin turbulencias y llegamos a la hora prevista a la capital jordana. En el aeropuerto nos espera un representante de la agencia, que nos reparte por los hoteles. El nuestro es el hotel Al Nayrouz, un 3 estrellas al lado de una mezquita, desde la que se encargarán de despertarnos todos los días a las 5 de la mañana.
AMMÁN.
La primera impresión es la de una ciudad caótica, con casas construidas en laderas y que, desde abajo, parece que estén colocadas unas sobre otras. Te preguntas como llegará la gente a sus casas que parecen amontonadas y sin orden ninguno. El tráfico también es desorganizado y vas por un lugar que parece céntrico y de repente parece que estés en las afueras de la ciudad o en el campo.
El guía, Farhal, nos lleva hasta el Anfiteatro romano, magnífico y de grandes dimensiones. Allí dentro está el Museo de las tradiciones populares, lleno de figuras con los trajes típicos de las regiones jordanas.
La siguiente visita dentro de la ciudad de Ammán es la Ciudadela,  desde donde se divisa una extraordinaria vista de la ciudad, y donde quedan restos romanos bien conservados. Aquí visitamos también un museo: el de Arqueología.
Continuamos con una visita al castillo de Ajlun, en lo alto de una colina, desde donde puede verse un paisaje impresionante. Seguimos hacia JERASH, o Gerasa, conocida como la Pompeya del Este. Pasamos el Arco de Adriano y después vamos a comer en un restaurante de buffet libre, antes de pasear por esta antigua ciudad romana tan bien conservada.
Resulta una visita muy interesante porque se conserva muy bien aquella antigua ciudad, se ven los templos, fuentes, casas, todo ello envuelto en mucho verde y flores amarillas, gracias a las lluvias de los últimos días. La ciudad con sus blancas casas abraza las ruinas, dándole un toque de vida que estremece cuando, al atardecer comienzan a oirse los cánticos de la llamada a la oración. Vemos ocultarse el sol a traves de un inmenso paseo de columnas impresionantes.
Regresamos al hotel ya de noche, donde nos esperan para cenar.
El segundo día del viaje es de mucha carretera porque bajamos recorriendo el país hasta llegar a Petra. Pero antes 
Visitamos otros lugares: 
- MADABA, ciudad en la que se encuentra una iglesia ortodoxa en cuyo suelo se conserva un antiguo mosaico con el mapa de Tierra Santa.
-Monte NEBO, desde donde se divisa todo el valle del Jordán e incluso la ciudad de Jerusalem. En este monte hay una cruz de hierro con la serpiente recordando la figura del profeta Moisés.
-El castillo de KERAK, a una icreíble altura y cuyas vistas merece la pena observar desde diferentes lugares. Después de comer seguimos camino de Petra.
PETRA
Llegamos a Petra por la noche, aunque en realidad el hotel está en un pueblo cercano que se ve muy bonito desde la ventana del hotel Sella por las luces extendidas en las montañas como si fuera un belén navideño.
Al dia siguiente hacemos la visita a la ciudad nabatea de la piedra roja. En la entrada al desfiladero están rodando una película. Alli hacemos una paradita y enseguida entramos en el desfiladero que nos conducirá a la antigua ciudad. El desfiladero es impresionante. Se trata de un estrecho pasillo de un kilómetro de largo flanqueado por piedras de una altura considerable y de formas caprichosas. 
Cuando llegas al final, de repente, aparece el frontal del famoso Tesoro, un monumento funerario perfectamente conservado. Es el lugar de reunión de los grupos y alli se dan las explicaciones sobre este antiguo pueblo, antes de seguir hacia el resto de  los muchos lugares que hay para visitar. Hay cuevas y  monumentos excavados en las rocas. En algunos lugares los colores de las rocas son espectaculares, rojos, anaranjados y amarillos haciendo aguas. Hasta los lavabos son impresionantes bajo estos techos coloreados de forma natural.
Después de largos paseos por los diferentes lugares, nos reunimos el grupo para comer en un buffet libre, donde yo “me pongo las botas” con el humus, que es lo que más me gusta, extendido sobre pan de pita.
Al acabar regresamos otra vez hacia el monumento del Tesoro pero nos entretenemos poco porque hace muchísimo frío y un viento desagradable. Volvemos a atravesar el desfiladero y regresamos al autobús para dirigirnos a la Pequeña Petra, donde volvemos a pasearnos entre rocas de formas caprichosas y cuevas naturales. El frio aumenta y parece que vaya a nevar, por lo que regresamos a los hoteles.
El cuarto día salimos de los hoteles envueltos en una espesa niebla que dificulta mucho la conducción, suerte que el chofer que llevamos es muy bueno porque entre la niebla y los precipicios que bordean la carretera….. Nieva copiosamente y nos damos cuenta de la suerte que hemos tenido de poder visitar Petra. Los turistas de hoy no podrán entrar ¡eso si que es mala suerte!
Finalmente llegamos al desierto, a WADI RUM.
Allí subimos en jeeps (conducidos por adolescentes) que nos introducen en el desierto, donde hacemos varias paradas, unas para tomar un té junto a beduinos, otras al lado de las montañas y dunas impresionantes. Los diferentes colores de la arena son acusados y me llaman mucho la atención.
Comemos allí mismo y cogemos nuevamente carretera hasta llegar a AQABA, la ciudad más al sur y también la más rica. Es zona de turismo por ser la única salida al mar de Jordania. Es el mar Rojo y a la otra orilla pueden verse colonias de Israel y hoteles egipcios.
Cogemos carretera, ahora para unas cuantas horas hasta llegar a Ammán, de nuevo.
Volvemos a tener el mismo hotel en la capital, pero esta vez la ventana no da ni a la mezquita ni al jardincito, sino a un patio interior. Pero no podemos decir nada porque ahora sí hay más turistas, aunque nosotros seguimos cenando completamente solos.
El quinto día es el de la visita al Mar Muerto. Aunque el tiempo es muy malo, nieva y hace un frio que no creemos nos permita bañarnos. Pero no, en esa zona, la más baja de la tierra, aunque llueve no hace frio, por lo que la mayoría nos bañamos  y muchos se embadurnan con sus famosos barros.
Es muy curioso el baño porque flotas sin querer y si te salpicas en los ojos, el picor es inmenso durante un buen rato, cosa que he sufrido yo misma.
Regresamos a Ammán y otra vez la temperatura baja y nos acompaña la nieve. Yo voy de verano, con chanclas, porque se me ha humedecido toda la ropa durante el rato  que hemos estado  en el Mar Muerto. Lo bueno es que comemos en un restaurante buenísimo llamado Don Quijote, en donde una mujer hace el pan de pita en un horno beduino y comemos de maravilla. Hay unas buenas estufas y los pies entran en calor por suerte. 
Al salir del restaurante vamos a una tienda muy grande especializada en productos de belleza del mar Muerto y otros souvenirs. Allí nos despedimos de nuestro guía, Farhal, al que le hemos entregado el regalo que llevábamos para una amiga que vive allí hace muchos años pero a la que no hemos podido saludar porque estaba enferma.
El último día lo dedicamos a hacer una excursión hasta DAMASCO pero este viaje lo describo en el capítulo dedicado a SIRIA.
Al día siguiente regresamos a España, recogemos el coche en el parking y paramos a comer en un restaurante de carretera donde celebramos mi cumpleaños.

Lo más emocionante del viaje a JORDANIA ha sido la visita a la antigua ciudad nabatea de Petra y el impresionante desfiladero que conduce a ella.


                         

sábado, 28 de abril de 2012

ITALIA


                                                                        ITALIA

Primer viaje
La primera vez que visité Italia fue en abril de 1998, aprovechando las vacaciones de semana santa y movida por el deseo de conocer Venezia “antes de morir”. Me iban a someter a una intervención quirúrgica y tenía miedo de que fueran a encontrarme algo maligno o no salir del quirófano, en fin esas cosas que pasan por la cabeza cuando te ves obligada a someterte a tratamiento.
VENEZIA
Es cierto que es una ciudad diferente. Eso de que en vez de taxis haya góndolas es de lo más extraordinario. Estar en una ciudad sin tráfico ya es algo que merece la pena ver. Sus calles estrechas, sus puentes atravesando los canales, sus palacios sobre el agua en la que parece que vayan a disolverse, sus placitas….y la plaza de San Marcos, con su catedral de estilo bizantino y, casi en el medio de la gran plaza, el campanario.
Hay que ver la Basílica de San Marcos por dentro porque es una maravillosa obra de arte. Aunque haya que soportar una tremenda cola de turistas, hay que entrar.
Eso es lo malo de Venezia, que hay tanto turista que vas de cola en cola para ver cualquier cosa o comer algo….pero es el precio que hay que pagar por visitar esta ciudad que toda ella es una gran obra de arte que parece vaya a desaparecer en cualquier momento bajo las aguas.
De todas formas hay lugares más tranquilos, fuera del circuito típico del puente de los Suspiros, la plaza de San Marcos y el Palacio Ducal. Recuerdo un paseo muy agradable por calles con un estilo muy italiano, ropa tendida y gente hablándose desde las ventanas. Un especial recuerdo tengo de un lugar muy apacible: el jardin que rodea a una iglesia sencilla llamada de San Pietro de Castello. Frente a la iglesia un grupo de barcas atracadas en las tranquilas aguas.
Y también puedes perderte porque parece una ciudad pequeña pero es laberíntica. Después de dar muchas vueltas, te das cuenta de que estás en el mismo sitio que hace una hora y creías que habías avanzado. Es más, puedes llegar a sentir temor incluso cuando te encuentras en un lugar al que no sabes como has llegado y empieza a llover a cántaros, pareciendo que el agua de la acera donde estás empieza a juntarse con la de la laguna y tienes la impresión de que no vas a salir de ahí si no es en barca ¡y no ves ninguna!. Esa situación la viví en la Punta della Dogana.
Venezia es increiblemente bella y espectacular. Hay que ir.
MILAN
En este mismo viaje pasamos por esta rica capital, pero sólo de paso, así es que pudimos ver exclusivamente la Catedral, ¡qué cosa más bella y magnífica! De marmol blanco, se levanta impresionante en su amplia plaza. 
Al lado de la catedral y dando a la misma plaza, la galería de Victor Manuel, el primer centro comercial de Europa, cuyo interior merece la pena visitar, no para comprar porque casi todo es muy caro allí, sino por admirar su bonita arquitectura.
VERONA,  ciudad también visitada de paso y solamente nos dio tiempo a ver el Anfiteatro romano y el patio de la casa de Julieta con el balcón al que se hubiera encaramado, si hubiese existido, para ver a su amado Romeo.

Segundo viaje
Este viaje lo hice con mi hija, Anita, aprovechando el puente del 12 de octubre (2003)  y para celebrar que ella había trabajado ese verano en el Hospital ¡me invitó!.
Era un viaje en autobús la ida y la vuelta en avión. Salimos desde Barcelona y el recorrido prometía porque íbamos a visitar las ciudades más importantes : Roma, Pisa, Florencia y Venecia.
La primera noche la pasamos en un hotel en Niza, en la costa azul francesa, como aparece mencionado en el viaje a Francia.
Al día siguiente ya empezamos a ver monumentos y arte sin parar. 
PISA
Aunque lo más espectacular es la Torre inclinada de Pisa, la verdad es que lo más bonito es todo porque el conjunto arquitectónico que se llama Campo de los Milagros agrupa no sólo la famosa torre sino otros monumentos, como el Baptisterio y la catedral tan bellos o más que ella, formando sobre la cuidada yerba un cuadro digno de admirar.
ROMA
En Roma nos alojaron en un hotel lujoso y con todos los servicios, sólo tenía una pega. Quedaba un poco lejos del centro y nos costaba un montón de tiempo regresar en autobús.
Lo que más me gustó de Roma fue el Foro Romano, la Fontana de Trevi, la Plaza de España, la plaza Venezia, los Jardines de la villa Borghese, el Coliseo, el arco de Constantino….bueno, en Roma hay demasiado. Por supuesto la capilla Sixtina, pero esto lo comentaré en el capítulo de Vaticano porque, al fin y al cabo es un estado diferente. El más pequeño del mundo.
Y para disfrutar de la ciudad, no puedo dejar de mencionar un restaurante sencillito que había cerca del hotel y donde comíamos las pizzas más buenas que habíamos probado en toda nuestra vida y a buen precio, cosa nada desdeñable porque toda Italia es cara.
ASIS
Es un pueblecito cuya única atracción es la Basílica de San Francisco. Merece la pena visitarla por dentro porque todo el interior está decorado con frescos muy meritorios y resulta un lugar muy agradable.
FLORENCIA
Es una ciudad pequeña pero de un valor artístico inconmensurable. No tuvimos tiempo de visitar la Academia ni el palacio de los Medici ni Pitti (a la próxima será), pero disfrutamos de un paseo por la orilla del rio y pasamos por el emblemático Ponte Vechio y la plaza de la Señoría. Pero lo más importante y que nos dejó con la boca abierta fue la Catedral. Qué belleza más excepcional, no había visto nada más bello en mi vida. Iba hablando con Ana por la calle y, de repente, doblamos una esquina y ahí estaba. Todo un espectáculo. Asombrosamente bella es la catedral de Santa María de Fiore.
El viaje acababa en Milán, en donde el autobús nos dio un breve paseíto justo para ver de lejos la Catedral y poco más. Pero del aeropuerto de Milán si que tenemos un recuerdo inolvidable : llegamos y había over booking, con lo que no nos dejaban volar. Yo me puse nerviosa al ver que no nos entendían y que nos querían dejar allí hasta no se sabe cuando. Menos mal que, al final, consiguieron dos plazas y nos tocó correr por aquellos inmensos pasillos para tomar nuestro vuelo.  Al final bien pero es un mal trago encontrarte en un aeropuerto donde no sabes hasta cuando te has de quedar y que no te entienden ni te quieren entender. 
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La EMOCIÓN que asocio siempre con Italia es la del estremecimiento que me produjo admirar algunos monumentos como el Foro Romano, la catedral de Florencia, la Fontana de Trevi en Roma y la Basílica de San Marcos en Venezia.

Tercer viaje

Durante el crucero que hacemos por el Mediterráneo, en marzo de 2009, pisamos tierra italiana al tocar la isla de SICILIA.
Contratamos la excursión a la capital de la isla .
-PALERMO.
Comenzamos con una panorámica que nos permite observar la gran cantidad de arte que alberga esta antiquísima ciudad, en donde encontramos muestras de todos los estilos arquitectónicos y restos arqueológicos al doblar cualquier esquina. Es, además, una ciudad moderna, llena de comercios y servicios.
Nos dirigimos en primer lugar a un pueblo a 7 km. de Palermo:
-MONREALE
Aquí se encuentra una famosísima catedral, decorada en su interior con metros de mosaicos de oro y con un  espectacular pantocrator.
Además del interior de la catedral hay un bello claustro y un exterior de estilo árabe normando de gran belleza.
Al salir de la catedral puedes dar un pequeño paseo por unos jardines que terminan en una gran balconada mirando al mar y que permite ver el bello golfo de Palermo rodeado de montañas.
Para regresar al autobús que nos lleve a Palermo hay que volver a bajar la estrecha callecita empedrada y con algunas escaleras (10 minutos de paseo, que no se hace pesado pero además hay un servicio de taxis por si alguien no puede subir y que cuesta un euro por persona). Esta callecita, así como la plaza de la catedral está llena de tiendas y puestos de souvenirs. Ah, para entrar a los lavabos públicos hay que pagar 50 céntimos por persona.
Ya en el autobús de nuevo, nos dirigimos hacia Palermo,  tras sufrir un buen rato el tremendo tráfico que hay en la ciudad.
En la capital, Palermo, la única visita es a la Catedral, majestuoso edificio con diferentes estilos recogidos en ella: barroco, gótico catalán, manuelino…..Recuerda un poco a los Jerónimos de Lisboa. 
Dentro no hay nada de especial valor, excepto un cuadro de la patrona, Santa Rosalía, y un reloj muy antiguo compuesto por un agujero en lo más alto que va situándose sobre una línea que marca el signo zodiacal correspondiente.
A la salida de la catedral hay una amplia plaza bordeada por una balaustrada coronada por esculturas religiosas.
Volvemos al barco que, desde el autobús, parece que esté aparcado como un coche más y esta sensación se debe a que el puerto está integrado perfectamente en la ciudad, forma parte de ella el mar y el magnífico golfo que envuelve el puerto. La verdad es que hubiéramos podido perfectamente ir por nuestra cuenta, caminando la ciudad, sin necesidad de ir sometidos a los dictados de los horarios impuestos por la guía y los aparcamientos del bus. 
Si alguna vez vuelvo a Sicilia, será con tiempo de recorrer la isla con libertad, pues está plagada de belleza y pluralidad de paisaje y arte.
-CIVITAVECCHIA
Es el siguiente puerto al que llegamos. La gran mayoría de gente se ha apuntado en la excursión a Roma. Yo no porque es una ciudad que ya conozco y nos quedamos en la ciudad donde el barco está atracado.
La verdad es que no parece ofrecer muchos atractivos y además hace un intenso frío que nos congela nada más bajar del barco.
Cogemos un autobús que ofrece el servicio gratuito hasta el centro de la ciudad y bajamos en un lugar en donde admiramos unas murallas de una fortaleza contundente y muy bien conservada.
Hay un largo paseo a la orilla del mar pero hace tanto frio que preferimos adentrarnos por las calles de la ciudad.
Vemos alguna iglesia y sobre todo tiendas. Con la idea de comprar un enchufe de 4 patas (porque en todo el camarote solamente tenemos 1) nos ponemos a buscar alguna tienda de chinos a ser posible. Encontramos una pero solamente de ropa y, como no, yo cargo con una falda blanca muy original y una especie de pareo blanco también.
Volvemos a comer al barco para evitar morir de congelación.
-LIVORNO y FLORENCIA.
Vamos a Florencia. Adquirimos una opción de excursión que se llama Florencia a su aire y que consiste en que nos recoge un autobús al bajar del barco y nos llevan, recorriendo bonitos paisajes de la Toscana, hasta la ciudad, después de habernos entregado un plano con los monumentos más significativos.
El grupo se separa en la plaza de una iglesia en donde están enterrados personajes importantes como Galileo y otros y de alli nos dirigimos a la plaza de la señoría, un verdadero museo al aire libre. Lo que no vemos es la copia de la figura del David de Miguel Angel porque la están restaurando.
Nos dirigimos hacia el famoso ponte Vecchio y lo cruzamos, admirando las orillas del rio, la fachada de la Academia y las muchísimas joyerías que hay aquí formando fila. Hace mucho frío, incluso caen unos pocos copos de nieve, pero enseguida para de nevar y no llega a cuajar en el suelo.
Después nos adentramos por callejuelas hasta encontrarnos de repente con la inmensa y magnífica catedral. Me impacta casi tanto como la primera vez. Es algo increíble, me deja sin aliento. Empiezo a hacerle fotos como una posesa pero no consigo ninguna en donde salga entera, tan inmensa es. Voy sacando fragmentos de ella y del baptisterio con su famosa puerta dorada. Luego entramos dentro y ahí si que no hay nada digno de mención. Lo que si dicen que vale la pena es subir a la cúpula pero hay mucha cola y además la guía nos ha dicho que da mucho vértigo. Preferimos hacer otras cosas.
Nos vamos hacia la iglesia de San Lorenzo, en donde está el famoso mercadillo y allí hago algunas compras de souvenirs. Tambien es ahí donde vamos a comer (al restaurante que me ha recomendado mi hermana Ana) unas buenísimas pastas.
Después de comer volvemos a ver la catedral y recorremos algunas callejuelas hasta llegar de nuevo a la plaza de la señoría y a nuestro punto de reunión. Pero antes nos hemos tenido que tomar un chocolate caliente para calmar el intenso frío.
Ya en el autobús de vuelta, vamos subiendo por una carretera hasta llegar a un punto desde el que se divisa toda la ciudad y la inmensa catedral en el centro.
Luego los bonitos paisajes de la Toscana, con sus tapices verdosos rematados de cipreses y sus casitas, muchas  de color amarillo ocre.
Fin de la excursión, que me ha alegrado mucho hacer porque Florencia siempre emociona por toda la belleza artística como ofrece.

 Cuarto viaje

El 24 de abril de 2010 salimos hacia MILÁN todas las hermanas Santos con el propósito de acompañar a mi hermana Charo en su visita a Venecia. Se ha quedado viuda de nuestro muy querido cuñado 
JOSE  LUIS y queremos ayudarla a que pase unos días lejos del doloroso recuerdo.
Salimos por la tarde en un vuelo de Ryanair que despega muy puntual y en poco más de hora y media estamos en Bergamo, después de pasar un vuelo muy tranquilo. 
Nada más bajar del avión y antes de salir a la calle hay ventanillas de venta de tickets para Milán que compramos y cogemos el autobús que está en la misma puerta del aeropuerto.
En poco más de media hora, llegamos a Milán. En este final de parada (en la estación central de ferrocarril) nos bajamos todas (vamos las 6 hermanas, más Fina y sus dos sobrinas). Y nos dirigimos al hotel New York reservado por Internet por Ana. En 5 minutos andando allí estamos.
Dejamos la maleta y enseguida salimos para conocer lo más importante La Escala (cercada por un impresionante dispositivo de seguridad) de Milán, la catedral y, en la misma plaza , la Galería Victor Manuel. Ambos lugares yo ya los había visitado, pero han vuelto a sorprenderme porque son muy bonitos. La catedral ya está cerrada, por lo que decidimos volver el día de nuestro regreso .
Salimos de la plaza y vemos el tranvia restaurante (por cierto, va vacío) y nos dirigimos caminando hacia el restaurante que Ana conoce, donde nos comemos unas inmensas y buenísimas pizzas.
Regresamos caminando y riendo todo el rato, ya ni me acuerdo de qué.
Al día siguiente cogemos el tren en la estación central hacia Venecia.
VENECIA
El viaje dura unas dos horas y media, en un cómodo tren que, nada más dejar Mestre, la zona más moderna de Venecia, pasa por la laguna dando la sensación de que el tren hace las veces de barco.
Llegamos a la auténtica Venecia, la de los canales, y nada más bajar del tren compramos los tickets del vaporetto que nos llevará a la plaza de San Marcos. Pero antes comemos en un self service que hay en la misma estación.
Bajamos del vaporetto, en el que ya haces una primera panorámica de la ciudad, y nos dirigimos hacia nuestro hotel, en pleno centro: pasando por el arco que hay bajo el gran reloj de la plaza, la primera callecita a la derecha y luego a la izquierda.
Se trata de un hotel muy antiguo pero nos encantan las habitaciones retro. En la que comparten las sobrinas de Fina hay incluso una terraza (que parece un palomar).
Sin embargo, nos juegan una mala pasada unos escalones que hay nada más entrar en la habitación que compartimos Charo y yo. Al volver de dar una vuelta por la parte del centro, viendo la plaza de San Marcos, el Reloj, el Campanario, el palacio ducal (todo solamente por fuera), el puente de los suspiros y otros puntos más,  cenamos y regresamos Charo y yo al hotel mientras que las demás se quedan escuchando la música que hay en la plaza, en una noche de temperatura agradable y casi luna llena.
Nada más entrar, Charo no mide bien la distancia del escalón y se cae. Se hace mucho daño en la misma rodilla que tiene sensible a causa de la anterior caída al poco de morir José Luis.  Ella se pone muy mal, con un ataque de llanto incontrolable. Yo me bajo corriendo a recepción en busca de hielo, pero allí no hay y tengo que llamar a Ana para decirle que regresen en cuanto puedan y traigan hielo. Mientras llegan yo le pongo en las rodillas compresas con agua fresca pero estoy asustada de verdad porque la hinchazón de la rodilla mala es  muy espectacular. Al poco rato están allí todas y Charo sigue llorando sin parar.
Poco a poco, a medida que le hace efecto el hielo y el ibuprofeno, se va sintiendo mejor y va tranquilizándose.  Al cabo de una media hora se marchan todas y nos quedamos solas ella y yo, hablando ya de cosas del viaje y sacando los souvenirs que hemos comprado. Al cabo de poco rato se duerme profundamente y toda la noche de un tirón.
A la mañana siguiente desayunamos y nos marchamos a ver la catedral por dentro, aprovechando que es pronto y no hay mucha cola. Es preciosa y me gusta tanto como la primera vez que la ví. Lo que si hago por primera vez es subir al Campanario. Se hace en ascensor, en pocos segundos y, desde arriba se divisa unas preciosas vistas, entre ellas la que más me gusta es la punta de la Dogana que precisamente iremos a ver hoy, así como la del Rialto. Charo va perfectamento todo el día y no se queja de la pierna.
Vemos estos lugares y callejeamos y callejeamos, viendo canales, puentecitos y balcones llenos de flores. Y sobre todo iglesias y más iglesias.
Lo más divertido de todo es un paseo en góndola que disfrutamos porque subimos en una en la que el gondolero es muy simpático y, aparte de darnos detalles de la historia (pasamos por las casas que ocuparon Mozart , Casanova y Marco Polo) bromea y mueve la barca provocando gritos en nosotras  propios de una feria.
Por la noche nos sorprende a todas observar como va saliendo el agua de las alcantarillas y poco a poco va anegando la bellísima plaza. Charo y yo nos quedamos al principio, al lado de los leones porque a ella le da miedo mojarse los zapatos (no ha traído otros) y las demás se van a darse un último paseo por las calles venecianas.
Al día siguiente, martes, regresamos al vaporetto y de ahí a la estación central de Venecia, que nos llevará a la de Milán.
Aquí volvemos a comer en el mismo restaurante y luego vamos a visitar la catedral por dentro para admirar sus preciosas vidrieras e impresionantes columnas. Hecho esto, cogemos el metro y regresamos a la estación central para coger el autobús que nos llevará al aeropuerto de Bérgamo.
El control de equipaje bien (algunas de nuestras maletas pesan algo más de los 10 kilos permitidos) y el avión sale muy puntual, incluso unos minutos antes y llegamos sin ninguna turbulencia a Valencia. 
Ha sido un buen viaje y creo que le ha servido a mi hermana Charo para disfrutar un poco, aunque en ningun momento haya dejado de nombrar a su marido, JOSE LUIS, un hombre extraordinariamente bueno al que también todas nosotras recordamos y lloramos su trágica pérdida.

Quinto viaje
El viaje lo hacemos en octubre de 2012 aprovechando una oferta muy buena de Ibero Cruceros. El itinerario es: Valencia-Trapani-Messina-Nápoles- Roma-Cerdeña-Valencia.
Lo más interesante de los lugares que visito por primera vez es el estrecho de Messina que separa la isla de Sicilia de la península de Italia. También en esta bonita ciudad visitamos la catedral con su original campanario y subimos a un alto desde el que se divisa toda la ciudad y el estrecho. La puesta de sol magnífica.
El otro lugar especialmente interesante que visitamos es Nápoles, la ciudad. En el anterior viaje solamente visitamos Pompeya y el Vesubio pero ahora nos recreamos perdiéndonos por la ciudad. Impresionante su emblemático castillo.

           

IRLANDA


 IRLANDA


Visité Irlanda en agosto de 2007. Fue un circuito contratado con agencia de una semana de duración y recorriendo casi toda la costa irlandesa, visitando también el Ulster (Irlanda del Norte). 
Llegamos en avión a la capital, Dublin, tras dos horas de un viaje tranquilo pero en una linea aérea  (Air Lingus) en donde el personal era especialmente antipatico.

Es una pequeña y tranquila ciudad de medio millón de habitantes (en toda Irlanda hay solamente 5 millones de personas). 
Merece la pena pasear por sus calles, en particular por el centro, en donde lo típico es tomarse una cerveza Guinness (que a mí no me gustó nada) y escuchar la música que se toca por todos los rincones (no sólo dentro de sus famosos pubs sino también por las calles). 
Los monumentos más importantes y de visita obligada son :
-Trinity College, que es la universidad más antigua de Irlanda y que posee una verdadera joya: su Biblioteca, en la que  destaca el famoso Long Room que, con sus 64 metros de largo y 12 de ancho es el mayor de Europa. Además guarda entre sus tesoros el libro de Kells (manuscrito del siglo VIII).
-Catedral de San Patricio, de culto protestante y de una gran belleza por su construcción en piedra en estilo primitivo inglés, así como por los jardines que la rodean, configurando un bonito contraste el verde de la hierba con la piedra gris. 
Una cosa que me llamó la atención del interior de esta catedral fue que había todo un mostrador de venta de souvenirs y en las paredes banderas, estandartes y cascos de lucha.
-Parques abundantes en donde la gente suele almorzar al medio día su sándwich, sobre todo si hace sol. Es particularmente grande el parque Phoenix, en donde se halla la residencia de la Presidenta de la nación. Allí también hay un famoso zoo, pero que nosotros no llegamos a visitar.
-Puertas de estilo Georgiano en muchas de sus calles, pintadas en los más diversos colores, dando un toque de alegría que contrasta con el gris habitual climatológico.
ADARE
Es un pequeño pueblo cuya principal atracción es la calle llena de casitas típicas irlandesas, con sus tejados de paja, sus ventanas de colores y llenas de flores. Parecen casitas sacadas de los cuentos de hadas, hoy convertidas en tiendas de souvenirs y restaurantes o pubs.
Una cosa que llama la atención del recorrido por Irlanda es su falta de buenas carreteras. Sólo hay una carretera tipo autovía, que es la que enlaza Dublín con Belfast. Todas las demás son carreteras muy estrechas. Ese fue el motivo de que nos llevaramos un susto tremendo en el condado de Kerry, en la carretera hacia Dingle, porque en un tramo del camino, por el que sólo cabía un coche, nos topamos con una fila de coches de frente que no podían hacer maniobra, con lo que nuestro autobús tuvo que arrimarse tanto al borde de la carretera (que terminaba en un acantilado) que casi nos despeñamos. Menos mal que llevábamos un chofer de primera categoría.
KILLARNEY 
Es una ciudad pequeña y agradable pero con demasiados turistas. Es típico visitar la casa Muckros, que es una mansión muy bien cuidada y rodeada por inmensos jardines y un lago central. La visita la hicimos en calesa y fue muy divertida por la yegua que nos llevaba que era todo un espectáculo por la agilidad con que sorteaba los pivotes del camino.
Una noche nos llevaron a un espectáculo: el teatro Siamsa, que representaba una ópera folklórica sobre la historia de una isla y que resultó ser muy interesante. 
-ACANTILADOS DE MOHER, son una maravilla de la naturaleza. El mar rompe con fuerza y es un espectacular sonido de fondo a los músicos que tocan alli, particularmente con arpa. Es un gozo la visita y como única nota negativa se podría señalar el exceso de turismo que no deja disfrutar de la belleza del lugar.
Irlanda es un país hermoso, muy verde, tranquilo y de gente amable, que no necesita demasiados días para conocer los mejores rincones y que vale la pena visitar.
El viaje siguió por el Ulster, pero esto corresponde a otro capítulo.

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      La EMOCIÓN más intensa asociada a Irlanda está relacionada con su música dulce y melancólica. Por otra parte, el recuerdo más intenso que guardo de este viaje se sitúa en Galway, en un complejo de apartamentos llamado Waterfront, en donde nos hospedamos solamente una noche ya de camino hacia Belfast.
Desde la ventana de este apartamento pude disfrutar de un amanecer maravilloso frente al mar junto a los alegres juegos de las gaviotas que revoloteaban muy cerca de mí.  
 

viernes, 27 de abril de 2012

HUNGRIA


         HUNGRÍA

El viaje a este país fue en diciembre de 1999 y se limitó a la capital, Budapest, aprovechando el viaje que hicimos para visitar a Elena cuando estaba estudiando en Austria.
BUDAPEST, dos ciudades en una.
Los pocos días que permanecimos en esta ciudad fueron suficientes para visitar los lugares más emblemáticos y disfrutar de los paseos por sus calles y jardines. Las dos ciudades que la forman son Buda y Pest, separadas por el grandioso río Danubio y unidas a su vez por numerosos puentes. El primer puente fijo que se construyó fue el conocido puente de las Cadenas, que suele ser el que se presenta siempre simbolizando a la ciudad y al que dan acceso unos espléndidos leones de granito.
Es imprescindible visitar los siguientes lugares :
-Palacio y barrio de Buda, que se encuentran en lo alto de una inmensa colina desde  la que se puede admirar magníficas vistas de la ciudad y del río. Se puede subir en un funicular y merece la pena dedicarle unas cuantas horas a este paseo porque el barrio del castillo es muy bonito y fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1988.
Una de las visitas que hicimos por esta zona fue a un lugar llamado el Laberinto, que nos costó encontrar porque no estaba en las guías pero a mí me lo había recomendado una amiga. Resultó ser un sitio muy misterioso y recordaba a las catacumbas, en donde tenías la sensación de estar perdida y por algunos rincones sonaba una misteriosa música que nunca olvidaré aunque no sería capaz de repetir ni tararear.
-El Bastión de los Pescadores y la Iglesia de Matías
Es un conjunto monumental que no tiene desperdicio por su originalidad, buena conservación y magníficas vistas. Desde uno de sus balcones se ve de frente y al otro lado del río, el magnífico Parlamento, una construcción neogótica símbolo de la ciudad y de una belleza extraordinaria. Visto por la noche, iluminado y reflejándose en el río, resulta espectacular.
En este recinto se encuentra la Iglesia de Matías, que merece la pena visitar. Por fuera es un conjunto muy bello, sencillo pero con un campanario gótico sobresaliente. Además es muy original el tejado de la iglesia que está hecho de tejas multicolores.
Por dentro esta iglesia es muy bella por sus columnas y arcos góticos. En el momento que nosotros realizábamos nuestra visita había un coro de niños entonando unos cánticos maravillosos que me emocionaron profundamente.
-Baños Gellert
Son famosas las aguas termales de Budapest por sus efectos terapéuticos. Hay varios centros termales pero el más famoso es el complejo balneario del Hotel Gellért, que alberga una piscina interior muy bella por estar rodeada de unos corredores de columnas art nouveau coronadas por unas barrigudas balconadas de forja y todo ello decorado con exhuberante vegetación.
-Café-restaurant New York 
Merece la pena tomarse algo en este lugar precioso, de ambiente retro, con lámparas imponentes y un decorado espectacular. Además se toca música en directo por algunos de los muchos rincones desperdigados en este inmenso local que te sumerge en el pasado.
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La emoción más intensa que recuerdo de esta ciudad está asociada al coro de “ángeles” que escuché cantando en la Iglesia de Matías y el paseo por el bastión de los pescadores con sus magnificas vistas al río y al Parlamento.

martes, 24 de abril de 2012

HOLANDA


        HOLANDA
       (Neederland)
Mi viaje a Holanda tuvo lugar durante el mes de agosto de 1998. Su duración fue de una semana, tiempo suficiente para pasear por la ciudad de Amsterdan y hacer excursiones por las ciudades más importantes de este país.
AMSTERDAN, agua por todas partes, jardines y bicicletas.
Fue un viaje sin organizar nada, solamente tenía contratado el Hotel Intel, un lugar céntrico y agradable, desde el que podías visitar los lugares más interesantes de la ciudad, además de estar rodeado de múltiples restaurantes y cafeterías donde poder tomar cualquier cosa para comer o cenar a buenos precios. 
La capital de Holanda es una ciudad tranquila. Sumamente agradable porque está surcada por múltiples canales, con aguas tranquilas y barcas que se deslizan por sus  aguas, edificios de construcciones decoradas y elegantes, verdes jardines llenos de flores por doquier y muchas, pero muchas, bicicletas. Gente con traje elegante, mujeres y hombres mayores, todo el mundo va en bicicleta. Este detalle es uno de los que más llamó mi atención de esta ciudad, por no hablar de los parkings de este ecológico vehículo: cientos de ellos y por todos los rincones, guardando miles de bicicletas. Un enjambre que te hacía  pensar “quien haya dejado su bicicleta por el medio de esta multitud ¿podrá acceder a ella?. Es increíble, nunca en mi vida había visto tantísimas bicicletas juntas, aparcadas en una ciudad.
Pasear por esta ciudad tiene mucho encanto. En cualquier banco que te sientes, puedes disfrutar de sus canales, que forman curiosos círculos concéntricos que la envuelven. Miles de puentes los cruzan y muchos de ellos se iluminan por las noches creando un bello y mágico espectáculo. También es algo típico de aquí, encontrar amarradas barcas en las orillas de los canales que resultan ser viviendas, es decir, casas flotantes, algunas de ellas decoradas con alegres pinturas, que forman barrios de lo más original en algunos tramos escondidos de estos ríos.
Lugares específicos que merece la pena visitar en Ámsterdam son: la Plaza Dam, con el Monumento nacional y el Palacio Real; la casa donde vivía Ana Frank; Torre de Montelban; el mercado flotante de flores sobre el rio Singel  y el museo de Van Gogh.
LA HAYA y  Madurodam 
Se puede recorrer todo el país en autobús en poco tiempo. El paisaje es muy bello porque está plagado de prados verdes y de campos llenos de flores. Aquí encontramos muchos con sus emblemáticos tulipanes. También se puede ver molinos con sus aspas al viento y ciudades también muy bonitas, con sus canales pero en pequeño, como Delft.
De La Haya apenas puedo recordar nada porque el paseo fue todo dentro del autobús y la única parada la hicimos frente a las magníficas verjas del Tribunal Internacional de Justicia, al que no pudimos entrar pero del que pudimos admirar sus cuidados jardines y al fondo el famoso palacio que alberga este organismo oficial.
Cerca de esta ciudad, se puede visitar el gran parque temático de Madurodam, donde puedes pasearte entre bellos edificios y monumentos, fieles reproducciones de los originales, pero  que te quedan a la altura más o menos del  ombligo. Yo, como amante que soy de las miniaturas, disfruté como una niña.
El viaje, tanto de ida como de vuelta, fue en autobús. Un poco pesado pero lo resistí perfectamente. 
La EMOCIÓN más destacada ligada a Amsterdan: admirar la obra de Van Gogh, mi pintor preferido. 

GRECIA


       GRECIA

A Grecia solamente he ido en una ocasión y aprovechando las vacaciones de una semana por las Navidades. Fue en el año 2006.
Era un viaje organizado, en el que teníamos incluido el avión, el hotel y dos excursiones: una a Delphos y otra a las Islas del Golfo Argosarónico (las más cercanas a la ciudad de Atenas).
El avión salía desde Madrid, por lo que decidimos ir en coche hasta allí y dejarlo estacionado en el parking de larga estancia que hay cercano al aeropuerto. Desde ese parking salen cada pocos minutos autobuses que te llevan al aeropuerto, a la terminal 2 y de allí mismo sale otro autobús (salen continuamente) que te lleva a la terminal 4, desde la que salía nuestro avión.
Como llegamos con tiempo, todavía nos acomodamos para comer unos sandwiches en esta nueva terminal que está muy bien y que es grandísima.
A las 6,30 de la tarde en punto, tal y como estaba previsto, salió nuestro avión. El vuelo duró 3 horas y veinte minutos, sin problemas, salvo algunas fuertes turbulencias cuando nos acercábamos a la ciudad de Atenas, pero nada más digno de mención.
Cuando aterrizamos, cambiamos la hora porque en Grecia se cuenta una hora más que en España. Nos esperaba en la terminal una empleada de Iberojet porque teníamos contratado el trasporte ya que el aeropuerto está a 40 Km. de Atenas y un taxi podía salirnos muy caro (precio similar al de España pero además hay que dejar propina).
ATENAS y la Acrópolis
Llegamos ya de noche al hotel Eurípides, un hotel de clase turista pero que tiene las comodidades necesarias, aparte de que desde la terracita de la habitación se divisaba una bonita vista de la Acrópolis iluminada, lo cual a mí me pareció que era un verdadero lujo y me sentí de lo más contenta (a pesar de que en la habitación hacía frío y que no conseguimos hacer funcionar la calefacción).  
La zona en donde está ubicado el hotel es céntrica pero   las calles que lo rodean deben acoger muchos inmigrantes porque hay gran cantidad de tiendas (algunas de ellas me llaman la atención porque parecen almacenes llenos de cachivaches sin ningun orden) y restaurantes en donde se ve que los dueños son de otros países y se escucha música exótica por todos los rincones. 
A la mañana siguiente, mientras desayunábamos en el restaurante del hotel, pudimos observar que también teníamos buenas vistas hacia la Acrópolis y de la extensa ciudad de Atenas.
Hacia el monte de la Acrópolis es a donde nos dirigimos ese primer día de viaje. Llegamos caminando desde el hotel y sin problemas pero sentimos una gran decepción cuando vimos que la entrada (Propileos) estaba llena de andamios. Cuando la traspasamos nos encontramos enseguida el famoso Partenón, también con andamios y enseguida vimos el famoso porche de las Cariátides (una copia porque las auténticas están en un museo allí mismo, muy protegidas). Hacía un frío y un viento muy desagradables pero eso no iba a estropearnos la visita a un lugar tan emblemático. Las vistas de la ciudad de Atenas son impresionantes desde cualquier ángulo en el que te sitúes. Ciudad muy blanca y extensa con ruinas de su rico pasado por doquier.
Cuando descendimos de la Acrópolis, lo hicimos por unas callecitas estrechas y llenas de escalinatas. Estábamos en el barrio antiguo y una parte de él se conoce por el nombre de Plaka,  donde hay montones de restaurantes y tiendecitas de souvenirs. Allí probamos algunos platos típicos griegos como la musaka (berenjena, carne y bechamel) y una crema de queso con ajo (¿?) que estaba buenísima para untar en el pan mientras esperábamos la comida.
Por la tarde nos dedicamos a pasear por las calles más céntricas de la ciudad. Las plazas más famosas son la de Omonia (que significa Concordia), que está muy cerca del hotel y que no tiene nada de particular. Es una plaza como la de cualquier ciudad europea.  La plaza Sintagma (significa Constitución)  ya es más original porque en ella está el Parlamento (un gran edificio de color crema).
Los otros días que pasamos en la ciudad de Atenas, visitamos el Templo de Zeus, a los pies de la Acrópolis, y muy cerca de él encontramos el Arco de Adriano, del siglo II d.C. que separaba la ciudad vieja de la nueva.
Visitamos también el Museo Arqueológico Nacional, que posee obras de gran valor, como la figura de Poseidón, en bronce.
Volvimos en varias ocasiones más a la Acrópolis porque cuando sacamos las entradas nos dijeron que eran válidas por cuatro días y visitamos el Ágora, el Areópago, museos, iglesias del recinto y el templo de Hefesto, que se encuentra en un magnífico estado de conservación.
Islas del Golfo Argosarónico : HYDRA, POROS Y EGINA   
Teníamos contratado un día entero de excursión por estas islas, para la que nos recogían en el Hotel para llevarnos hasta el puerto de El Pireo, que se encuentra a media hora de trayecto.
Desde que subimos al barco, todo era una fiesta. Gente muy simpática, te ofrecen música y te enseñan a bailar el sirtaki. Yo salí voluntaria con el grupo que estaba aprendiendo y me lo pasé muy bien.
Después de 3 horas de navegación, llegamos a la isla más alejada de las 3, Hydra. Es una isla preciosa, llena de vegetación y de montañas. Hay gente que sube en burritos hasta lo más alto para ver unas vistas que dicen que son magníficas. Nosotros nos quedamos paseándonos por las bonitas y estrechas calles porque no nos apetecía cargar a los pobres animales.
Tras una hora de tiempo libre por la isla, subimos al barco y vimos que ya teníamos preparadas las mesas para comer. Las mesas muy coquetas, con sus florecitas y todo y música todo el tiempo para acompañar. Después de comer, mientras mis compañeros de viaje daban una cabezadita, yo me subí a cubierta para admirar el mar y las numerosas islas que íbamos dejando a ambos lados. Hacía una buenísima temperatura porque el sol calentaba a pesar del aire fresquito que es normal en esta época del año. Este rato nosobrepasó una hora porque enseguida se divisó, a lo lejos, nuestra siguiente parada: la isla de Poros.
Esta isla, que es muy bonita también, tampoco nos dió tiempo de llegar a conocerla porque la visita era breve y nos limitamos a pasear por el puerto y disfrutar del ambiente.
Volvimos al barco y llegamos pronto a la última isla: Egina.
Aquí teníamos contratado el conocido como “circuito clásico” que nos habían ofrecido en el barco y que cogimos porque es la única forma de poder aprovechar bien el poco tiempo que teníamos para conocer la isla.
En el mismo puerto nos recogían unos autobuses que nos llevaban por estrechas carreteras hasta el templo de Aphea. Y es una visita que merece la pena hacer porque, aparte de admirar las columnas de este antiguo templo, se divisan unas magníficas vistas del puerto del Pireo a través de pinos muy verdes y un mar muy azul. Tuvimos mucha suerte con el tiempo y disfrutamos enormemente todo el recorrido.
De vuelta de esta visita, paramos en un punto de venta de productos típicos de la isla, entre los que destacan los pistachos. La gente compraba bolsas como locos y yo me tomé un estupendo y grandísimo helado de eso, de pistacho.
Antes de regresar al barco, nos llevaron a un templo ortodoxo que nos dijeron que es centro de peregrinación para todos los griegos. Como todo este tipo de lugares, tienen sus reliquias y mucho fervor. Había también muy bonitas vistas desde las balconadas que circundan el templo.
De regreso al barco, tardamos un ratito en salir y allí tuve la oportunidad de darme un paseo por el muelle, admirando los cambios de color del cielo mientras se ocultaba el sol.
El viaje de regreso lo hicieron muy entretenido porque presentaron un espectáculo de variedades, con magia y humor y, al final, una pareja bailó el SIRTAKI con toda el alma, dejándome una honda impresión y un lamento: qué pena no haberlo podido grabar con una cámara de video. Qué fuerza tiene ese baile y esa música.
Esta excursión en barco por las islas del Golfo Argosarónico se la recomiendo a todo el que vaya a  Atenas para pocos días y desee disfrutar y ver algo más aparte de la ciudad.
El Oráculo de DELPHOS y el Monte Parnaso
Al día siguiente teníamos la segunda excursión contratada, que resultó tan buena o más que la del día anterior. La recomiendo también porque merece la pena sin duda.
El viaje en autobús ya merece la pena porque atraviesas lugares como Tebas (aunque no se puede ver nada de su rico pasado porque el pueblo de ahora se construyó sobre las ruinas del viejo), el lago Maratón y el pueblo de Arachova (muy bonito y con mucho turismo de nieve). A medida que te vas acercando al monte Parnaso, va ganando en belleza (mide más de 2500 m. y es el segundo más alto de Grecia) y se pueden ver sus cumbres nevadas.
Al cabo de 2 horas de autobús desde que salimos de Atenas, llegamos a nuestro destino: el Oráculo de Delfos.
Está dedicado al dios Apolo, hijo de Zeus. Un dios con un sentido de la ética que es toda una lección para la Humanidad porque él mismo se impuso el castigo por haber cometido una mala acción. De él son las famosas frases de “Conócete a ti mismo” y “Todo con mesura” que se encuentran esculpidas en sus muros y que se atribuyeron con el tiempo a Sócrates.
El Oráculo está situado en un lugar privilegiado, entre montañas, y tenía en la antigüedad un aura misteriosa, en realidad debida a la espesa niebla que solía envolverlo. A él acudían desde todos los puntos de Grecia para consultar a la sibila y a las pitonisas.
También en las paredes del templo se pueden observar inscripciones que son nombres de personas, esclavos liberados, porque esta era la forma de registro que utilizaban.
Después de bajar del templo, utilizando la Vía Sacra, llegamos al museo. Un museo moderno pero que contiene piezas de gran valor. La estrella es el Auriga de bronce, que impresiona por su belleza y perfectas condiciones de conservación. Es una figura tan perfecta, con una cara tan humana, que parece que te está mirando según en qué posición te coloques.
El día antes de nuestra partida, el 30 de diciembre, cuando íbamos paseándonos por las calles de Atenas, recibí un mensaje de mis hijos en el que me decían que había habido un atentado en el aeropuerto de Barajas. Entonces intentamos encontrar un cibercafé en donde consultar las noticias. No encontramos ninguno. Regresamos al hotel para que nos dejaran ver la TV del restaurante aunque a esa hora estuviera cerrado. Nada, no nos dejaron. Este último día lo recuerdo con desagrado porque encontré a toda la gente con la que nos topamos y pedimos el favor de que nos dejasen ver la TV, muy antipática y poco amiga de hacer un favor.  Aparte de todo está el problema del idioma.
Al día siguiente, día último del año 2006, regresábamos a Madrid y allí sí tuvimos la oportunidad de ver el gran desastre que había causado una bomba puesta por ETA. Los aparcamientos de la Terminal 4 estaban completamente derrumbados y nos enteramos de que habían muerto dos personas que estaban durmiendo en el coche. Una tragedia.
Cogimos nuestros correspondientes autobuses para que nos llevaran al parking de larga estancia en donde habíamos dejado el coche. Tras alguna parada para tomar algo, hicimos el viaje de regreso de una tirada. Nos dieron las 12 en plena carretera y celebramos el cambio de año tomando 12 almendras cada uno porque no llevábamos uvas y no queríamos parar porque la niebla que había por el camino no permitía ver nada absolutamente. La verdad es que fue un viaje muy peligroso y no tuvimos ningun percance gracias a la pericia del conductor. 



FRANCIA


                                                                                                                FRANCIA


He visitado este país en muchas ocasiones. Es lógico  porque es el paso obligatorio para cualquier viaje en coche o autobús hacia Europa.

Primer viaje

La primera vez que fui a Francia fue en el verano de 1972. También era la primera vez que viajaba al extranjero ¡y sola! Tenía 19 años y entonces no era habitual marcharse fuera a estudiar un idioma.
Mi paso por Francia era sólo eso, de paso, porque mi destino era Bélgica. Me había matriculado en un curso de Lengua y Literatura francesa en la Universidad Libre de Bruselas. No había tanta facilidad para volar como ahora y mi forma de llegar era en tren, vía París, a donde llegué después de un montón de horas de autobús.
PARÍS
Cuando llegué a Paris busqué alojamiento en albergues y residencias de estudiantes cuyas direcciones me habían facilitado en una entidad dedicada a ese tipo de cosas pero nada. No había ni una cama libre.
Allá que me voy yo con mi maleta paseando, para ver algo de Paris, al menos la tour Eiffel, que es lo más típico. Pensé incluso que me tocaría quedarme allí a dormir, en los parques (¡madre mía si se enteran mis padres de que duermo en la calle!). Así las cosas y en esas estaba, cuando conocí a dos chicos italianos, con los que estuve charlando un rato. Resulta que ellos también eran estudiantes que estaban allí por un tiempo y vivían en una buhardilla. Yo les conté lo que me había pasado y que me había quedado en la calle. Me ofrecieron un rincón en su espacio y la verdad es que me pareció que eran de confianza y me ayudaron con mi maleta hasta la casa donde vivían. Había que subir un buen tramo de escaleras que se hicieron eternas porque mi equipaje parecía pesar el doble.
Maldormí en una pequeña colchoneta pero siempre fue mejor que dormir en un banco de la calle. No comprendo por qué no me quedé su dirección para seguir contacto con ellos y agradecerles el detalle que tuvieron conmigo. También, pensándolo después, me dí cuenta de que tuve mucha suerte porque hubiera podido tener algun problema por ser tan confiada.
Al día siguiente cogí el tren que me llevaba a Bruselas.
Segundo viaje

Al terminar el curso en la Universidad Libre de Bruselas, volví en tren a Paris y ese mismo día tenía que tomar el autobús hasta Valencia.
No me daba tiempo de hacer mucho turismo, así es que desde la estación pensé encaminarme directamente al lugar de donde salían los autobuses hacia Valencia que sabía que estaba cerca. Apreciaría las calles y todo lo que pudiera ver en este corto recorrido y si, en la estación de autobuses había alguna consigna donde dejar mi maleta, podría dar alguna vuelta más por las cercanías.
Pues nada de esto resultó como esperaba. Yo sabía que los autobuses a Valencia salían cerca de donde yo estaba pero, no se que me pasó, que me perdí de la manera más tonta. Sin plano, empecé a dar vueltas y a pasar el tiempo. Comencé a preguntar pero la gente iba rápida a sus trabajos y ni se paraban a contestarme. Y, si me contestaban, casi sin pararse, me decían que no sabían, que lo sentían mucho. ¡Yo si que lo sentía! No sabía para donde tirar. No me quedaba dinero, no podía coger un taxi. Sólo tenía en el bolsillo mi billete de autobús que si lo perdía a saber cómo iba a conseguir yo  otro billete....en fín, que ya sintiéndome completamente perdida y sin saber que hacer, me senté sobre mi maleta y me puse a llorar. Un chico, un alma caritativa de esas que siempre hay por el mundo, se apiadó de mí y me preguntó qué me pasaba. Cuando le expliqué me dijo que no me preocupara, que él me acompañaba a la misma parada del autobús ¡nunca se lo agradeceré bastante! Si no hubiera sido por él lo mismo todavía estoy dando vueltas y vueltas como una peonza por esas inmensas calles llenas de gentes apresurada.

Tercer viaje

PARIS y su vida bohemia.
Volví a Paris el año 1977, durante mis vacaciones de verano. Era una visita tipicamente turística : paquete de avión y hotel. Los recorridos por cuenta propia.
No recuerdo nada en especial de esta visita porque entonces no llevaba ni cámara de fotos ni compré apenas postales.
Sé que lo que más me gustó fue el barrio de Montmartre, con sus artistas por todas partes pintando cuadros. Me impresionó la basílica del Sagrado Corazón (Sacré Coeur) y la magnífica vista de Paris que se podía disfrutar desde allí.
Naturalmente visité nuevamente la Tour Eiffel y el museo del Louvre, pero no tengo especiales recuerdos de ese viaje de hace más de 30 años, excepto la profunda impresión que me produce siempre ver en  directo obras de arte que he admirado solamente en los libros y en reproducciones, muchas veces de dudosa calidad. 
En esta visita cargué con un montón de reproducciones bastante buenas  (naturalmente entre ellas estaba la Gioconda y algunas obras de Van Gogh y Degas) para decorar mi casa.

Cuarto viaje

Fue en el año 2001. El motivo fue regalárselo a mi hija Ana, quien tenía muchos deseos de conocer Paris y teníamos la oportunidad de que nos prestaran un pequeño apartamento en pleno centro de París por un pequeño alquiler.
El viaje fue en coche y el trayecto fue agradable porque hicimos varias paradas y conocimos algunas ciudades francesas y sus paisajes (no sólo existe París).

AVIGNON y el famoso puente de la canción :
Es una bonita ciudad, con callejuelas estrechas medievales y restos de murallas. El famoso puente ahí está (se llama pont de Saint Benezet) y le cantamos la canción (sur le pont d´Avignon ...). 
Visita obligada es la del palacio de los Papas, que se encuentra en perfecto estado de conservación y que merece la pena recorrer.

PARIS y sus múltiples atractivos

Encontramos sin problemas la dirección del apartamento (rue Antoine Boundel, en el barrio de Montparnase) y pudimos aparcar cerca. Por fuera parecían unos pisos muy modernos pero, cuando entramos, nos dimos cuenta de que eran casas antiguas: había un patio grande interior, con muchas plantas y de allí partían las escaleras a los apartamentos, sin ningun ascensor.
Subimos un par de pisos por estrechas escaleras y llegamos a nuestro apartamento. Nada más abrir la puerta nos sobresaltamos: era una miniatura. Ahí estaba claro que apenas cabíamos.
Nos armamos de valor y ahí que nos metimos. El problema estaba en que apenas podíamos movernos.
Al final, recogiendo algun trasto por aquí, dejando las maletas debajo del sofá y alguna otra cosa por allá, pudimos sentarnos en el sofá que hacía las veces de cama.
Otro detalle era el cuarto de baño que de eso (de baño) no tenía nada. Era un mini lavabo donde no cabía una persona. Era mucho más pequeño que el de los aviones.
En realidad, los baños más amplios estaban fuera del apartamento, un piso más arriba. Uf! Era un poco incómodo pero bueno, a todo se acostumbra el cuerpo.
Todo esto fue un poco decepcionante pero en cuanto nos acomodamos y nos hicimos a la idea de que teníamos que pasar allí todo el tiempo, salimos a dar una vuelta por los alrededores. Nos cayó una tremenda lluvia que nos caló hasta los huesos y pronto regresamos al minipisito.
Los siguientes días ya fueron más agradables. Nos habíamos acostumbrado al poco espacio y decidimos amoldarnos a lo que teníamos y disfrutar. Y desde luego que disfrutamos.
Ana estaba obsesionada con el río Sena, así es que paseamos por este lugar de todas las formas posibles : por la mañana, por la noche, en bateau mouche, en fín, vimos el  rio casi todos los días. Desde el barquito pudimos ver la silueta de la Tour Eiffel y nos bajamos en esa parada para verla de cerca.
Visitamos el Louvre, por supuesto, y el museo D´Orsay donde se podía disfrutar de la mejor pintura impresionista.
Paseamos por Montmartre y llegamos hasta el Sagrado Corazón (Sacré Coeur). Divisamos la imponente vista de Paris que se disfruta desde esa colina y volvimos a bajar para seguir paseando por la ciudad.
Visita agradable también fue la de la catedral de Notre Dame, por delante y por detrás, parándonos en los bellos jardines que se encuentran en esta última parte. Esta catedral se encuentra en la isla más grande del Sena y merece la pena verla desde algunos de los puentes que llevan hasta ella porque de esa forma muestra su gran majestuosidad, no perceptible si se ve solamente la fachada principal.
Otros lugares que visitamos : 
-Campos Elíseos, impresionante paseo de casi 2 Km. que une el Arco del Triunfo con la plaza de la Concordia (donde se encuentra el monolito de Ramses II).
-Jardines de las Tullerías, a continuación de la plaza de la Concordia, dando paso al museo del Louvre.
-el Ayuntamiento, la Madeleine, la Opera, la Conciergerie, el centro Pompidou... Paris es un lugar en donde no se acaban nunca los lugares por donde pasear y admirar.
Y uno de los lugares donde más difrutamos: Le bois de Boulogne, con buenísimas sombras bajo los árboles, estanques y rincones donde descansar tumbadas en el césped. Este fue uno de los lugares preferidos por Ana de todo Paris (junto con el Sena). 
Pasada la semana en París, regresamos en coche y con la esperanza de poder encontrar a mitad de camino algun hotel de carretera donde descansar. Pues no encontramos ni una sola habitación, por lo que regresamos de una tirada a casa.

Quinto viaje
Este viaje lo hice en agosto del año 2004. Tengo un recuerdo mucho más completo que de otros viajes anteriores porque en éste ya empecé a escribir un pequeño diario (además de tener ya una cámara de fotos sencillita).
 Fue un recorrido en el coche de mi amiga Mª Angeles, conduciendo ella y acompañándonos Jose Navarro, un compañero del máster de Psicoanálisis.
El objetivo era llegar hasta el Mont Saint Michel, habiendo recorrido antes toda la zona de la Bretaña francesa.
El coche en el que viajábamos era grande (tipo furgoneta) porque llevábamos hasta Lourdes a una familia que conocía Mª Angeles y que habían pasado unas vacaciones en su casa de la playa. La familia estaba compuesta por la madre (embarazada), dos niñas adolescentes y un niño de pocos años. La madre y el padre de los niños eran de Congo y de allí los conocía Mª Angeles, pero ahora vivían en París.
Salimos un viernes de madrugada y, después de conducir toda la noche, pasando por Lérida, Huesca, Jaca, Candanchú, Canfranc y puerto de Somport, llegamos al mediodía a 
LOURDES sus montañas y peregrinos
Atravesamos los Pirineos y llegamos a Lourdes. Allí almorzamos toda la trouppe y luego llevamos a la familia al tren. Ya solos los tres amigos, nos dirigimos a buscar un hotel o pensión donde pasar la noche.
Me gustó esta pequeña ciudad porque está rodeada de montañas y de verdes bosques.
Es increíble la devoción que despierta y la gran cantidad de fieles católicos que vienen a rendir culto a la virgen en su basílica y en la gruta donde dicen que se apareció.                     
No deja de ser impresionante observar el fervor de la gente y la gran cantidad de enfermos que en sus sillas de ruedas, muletas, o como pueden, van en procesión y rezando.
Ver tanta devoción nos inspiró un apasionado debate sobre la religión y el interés político, es decir, hablamos de los inicios del cristianismo a partir del Concilio de Nicea, en donde se declaró a Jesús de Nazaret hijo de Dios. 

La región que atravesamos después de dejar Lourdes fue la de las LANDAS, de bellísimos bosques, plagados de esbeltos pinos que casi se tocan entre ellos. Y así durante más de 50 Km. una belleza, con zonas de acampada libre y muy buenas carreteras bien señalizadas. 
Tomamos un desvío y llegamos hasta el estanque de ARCACHONE, zona verde y muy agradable, que nos encaminaba ya hacia la Bretaña por la costa. Por esta zona nos perdemos pero da igual porque llevamos comida y buen ánimo. Paramos en un lugar muy bonito para comer, a orillas del rio Garona.

Recorrido por la costa oeste francesa hasta llegar a La BRETAÑA :
Los lugares más dignos de mención que recuerdo son :
-BLAYE, una pequeña ciudad con una ciudadela (s. XVII) en perfecto estado y en cuyo interior, para nuestra sorpresa, había un camping municipal y allí pasamos una noche  bajo una tormenta de agua, truenos y relámpagos (llovió a cántaros y no nos empapamos de milagro).
Antes de meternos en la tienda a dormir, dimos una vuelta por los altos de la ciudadela para admirar el paisaje que se observa del estuario del río Garona (Gironde). Hay puntos en donde sufrí mucho vértigo porque era mucha la altura y no había ningun tipo de protector o barandillas.
Nos dirigimos hacia Carnac y decidimos pasar por un puente que le habían recomendado a Mª Angeles porque desde lo alto se ven buenas vistas y atraviesa el río Loira. Es el puente de Saint Nazaire y nunca me olvidaré de él porque pasamos un buen susto.
-puente de Saint Nazaire, en la desembocadura del rio Loira
Llegamos en un momento de atasco descomunal de tráfico. La entrada al puente era un carril que iba cogiendo altura. Teníamos que ir en primera todo el rato porque no se podía avanzar más rápido y el coche necesitaba toda la potencia por la cuesta. Pues bien, cuando estábamos más o menos a mitad de esa subida y sin posibilidad de pararnos en un arcén ni volver atrás, empezó a salir humo del motor de nuestro coche. Mª Angeles empezó a preocuparse pero sabía que tenía que seguir. Para colmo, el freno de mano no iba bien y tenía que mantenerse forzando el coche con una marcha mientras estábamos parados en la cuesta.
 Jose empezó a darle instrucciones y a ponerla nerviosa. Yo, como veía que no había solución y que teníamos que seguir hacia delante, me puse los auriculares para escuchar música relajante y me alejé mentalmente de este lugar. Tuvimos suerte y pudimos llegar a la parte superior del puente. Luego, todo era bajada y ya más fácil. En cuanto dejamos el puente, paramos un buen rato hasta que el coche se enfrió y luego, seguimos hasta Carnac, pensando en arreglar allí el coche y quedarnos a dormir.
-CARNAC, la ciudad con 4000 menhires, dólmenes y  montículos, que datan del Neolítico (entre 5000 y 2000 años antes de la era cristiana), es un lugar muy visitado pero no sólo por esta circunstancia sino porque está situada en un lugar privilegiado y muy cerca de una playa preciosa en plena bahía de Morbihan. Por esto es por lo que nos cuesta encontrar alojamiento pero, al final, nos informan de una pensión-casa rural que está a las afueras del pueblo y allí tenemos suerte y hay alojamiento. Pudimos dormir bien pero el cuarto de baño estaba fuera de la habitación y además hubo tormenta desde las 5 de la madrugada.
Paramos en un taller para que nos revisaran el coche y resultó que no era nada grave (un problema de aceite) que resolvieron en seguida y que apenas nos costó nada.
El resto del viaje no trajo sobresaltos. Sólo algun enfado que otro porque Jose y Mª Angeles se pasaban el tiempo discutiendo por las carreteras, los itinerarios, la forma de conducir, en fín, esas cosas que a los hombres les gusta controlar. Yo iba siempre en la parte de atrás del coche, muy cómoda, con mis auriculares y escuchando música, viendo paisajes y mirando los libros del viaje. Iba estupendamente y así fui todo el viaje, a pesar de que a veces Mª Angeles amenazaba a Jose con que lo iba a mandar a la parte de atrás y que yo pasaría delante. Menos mal que no cumplió sus amenazas.
Pero, en general, había armonía, charlábamos, dormíamos donde podíamos, unas veces en camping, otras en pensiones, otras en hoteles baratitos; comíamos generalmente de lo que llevábamos en nuestra nevera porque, como el coche era tan espacioso, llevábamos de todo y comprábamos en los supermercados, parando a comer en bosques o prados donde veíamos mesas y bancos de madera. La verdad es que íbamos bien organizados y el viaje salió baratísimo.
Antes de salir de Carnac visitamos los famosos alineamientos de Menhires, famosos en todo el mundo y que son impresionantes por su antigüedad  y los misterios que encierran.
Seguimos por la costa y llegamos a 
-LOCMARIAQUER, muy cerca de la ciudad anterior y también disfrutando de una playa magnífica y una vida marinera. Desde este bonito lugar tomamos una barca que nos acercó a una isla preciosa, verde y llena de pinos: la isla de los Monjes (Ile aux Moines), la mayor isla del golfo de Morbihan. 
Paseamos por esta agradable isla, subimos hasta lo alto de una colina y admiramos unas bellísimas vistas de mar y de un  intenso azul en el cielo que contrasta con el verde de la tierra salpicada de pinos. Todo muy bien, pero cuando regresamos al barco, empieza a estropearse el día y hay oleaje, con lo que Mª Angeles empieza a tener miedo porque todavía no ha superado su fobia al agua.
Tenemos que recoger el coche empapados y recorrer Km bajo la lluvia. La idea es dormir en VANNES, una ciudad grande en donde empezamos a visitar pensiones y hoteles pero no hay ni una habitación. Tenemos que volver a coger carretera, fijándonos en los carteles que podamos encontrar sobre alojamientos. Bajo la lluvia es difícil y, como no podemos plantar la tienda, pensamos en maldormir en el coche. Pero, al final, tenemos suerte y llegamos al pueblo de Elven, en donde sí hay  habitaciones en un hotel-bar muy raro. No sabría explicar por qué pero pasamos un poco de miedo porque encontramos muchos detalles raros y sin explicación (montones de zapatos por todos los rincones, por ejemplo).  Al final pudimos dormir bien sin sorpresas y bajo el golpeteo de la fuerte lluvia sobre el tejado.
Por la mañana salimos temprano buscando dirección Rennes. La carretera muy buena, es autopista pero sin peaje.
Buscando restos megalíticos, entramos en un pueblecito llamado THEIL, en donde admiramos una bonita iglesia con flores por todas partes y aprovechamos que pegados a la fachada (cosa que nos sorprende mucho) hay unas toilettes que, por cierto, están muy sucias, las más sucias que habíamos visto nunca y, claro, no hicimos uso de ellas.
 Seguimos hacia lo que se conoce como ROCHE AUX FEES o roca de las hadas, en donde admiramos unos Dólmenes (monumentos funerarios) envueltos entre grandes árboles. Allí hay montones de mesas y troncos de madera donde poder parar a comer. Pero no era nuestra hora y seguimos nuestro camino, pasando por pueblos muy bonitos, llenos de flores, como Retier.
Llegamos a una ciudad grande:
-RENNES : aquí tenemos la suerte de aparcar en la mismísima puerta del Teatro Nacional de Bretaña. Salimos a pasear por los alrededores de donde aparcamos el coche y vemos que hay muchos parques y llegamos a uno en donde está el palacio de S. George y en cuya fachada se puede leer el nombre de Madelaine de la Fayette.
Volvemos a coger el coche y nos dirigimos a buscar un lugar donde comer.  
-HEDÉ, este es un lugar precioso, donde paramos a comer en una zona de camping y, luego, paseamos por bosques frondosos  atravesados por un canal en el que se han construido 11 exclusas y en las que se ve trajinar a las gentes de los barcos que quieren salir a navegar. Pasamos un día entero, haciendo amistad con los dueños de un barco en el que estuvimos a punto de embarcarnos pero no nos atrevimos por miedo a dejar el coche sin vigilancia.
Siguiendo en la carretera, pasamos por muchas ciudades y pueblos muy agradables, buscando ya donde dormir.
-SAINT-SOULIAC es un pueblo de pescadores, con redes en las fachadas de las casas, con vistas preciosas y aquí deseamos quedarnos pero no encontramos ningun alojamiento. Salimos del pueblo y vemos el anuncio de un camping en DINART y allí nos dirigimos. Plantamos la tienda y bien caro que lo pagamos, pero no pudimos pegar ojo porque había fiesta (con karaoke) toda la noche, aparte de que llovía a cántaros y sin parar. 
- SAINT MALO (lugar de vacaciones muy famoso y con una playa rocosa y puerto que se puede admirar desde lo alto de las torres y murallas que lo bordean).
De todo el recorrido que hemos hecho hasta llegar aquí, lo que más me llamaba la atención era que allá donde mirases veías bosques, casas adornadas con muchísimas flores, con ventanas y puertas pintadas de azul, pueblecitos con pequeñas y sencillas iglesias rodeadas por un cementerio en el que se adivinaba que descansaban felizmente las gentes del pueblo, faros de los de toda la vida, rocas y mares inmensos, acantilados.....mucha belleza.
Y al fin, nuestro destino :
-MONT SAINT-MICHEL
Entre Bretaña y Normandía, ésta era nuestra meta y, aunque me gustó y hay que decir que es una verdadera maravilla, después de haber visto tanta belleza, ya no me sorprendió. Además, nos costó llegar una inmensa cola de coches y en los aparcamientos horas de vueltas. El gentío que había por sus calles era increíble y así, la verdad, no se puede saborear nada.
Nisiquiera subimos  a visitar la abadía y nos limitamos a quedarnos dando vueltas por el pueblo, conservado con su auténtico aire medieval pero, eso sí, en vez de casas de normandos, todo era tiendecitas de souvenirs repletas de clientes.  Seguramente volveré en otra ocasión, a ver si hay menos gente y puedo visitar el famoso claustro aéreo, suspendido entre el cielo y el mar.
  Salimos del lugar, con mucho trabajo por la gran cantidad de gente por todas partes y, por esta zona compramos las famosas galletas de la tierra que están deliciosas.
En la carretera ya, nos dimos cuenta de que íbamos sin luz de cruce, por lo que decidimos buscar un taller mecánico en el primer pueblo que encontráramos.
Lo encontramos en Cholet y allí nos arreglaron las luces pero sin cobrarnos nada. ¡Qué gente más amable! Yo le digo a Mª Angeles que es porque ella es muy simpática y cae  bien a la gente.
Con el coche ya en regla, seguimos carretera de bajada hacia España, buscando un sitio donde pasar la noche. Tuvimos suerte y encontramos un hotelito, con buenas vistas y todo muy agradable, se llamaba hotel Montespan, en el pueblo de Lussac les Chateaux. Aquí si que dormimos bien, sin lluvia y con comodidades para el aseo personal. A la mañana siguiente, carretera y llegamos a  
-CARCASONNE, la ciudad fortificada de los Cátaros.
Se encuentra en el sur de Francia, en la región de Languedoc-Rosellón.
Merece la pena hacer una parada en este lugar, por su famosa y bien conservada doble muralla, con sus potentes torres, que abrigan una ciudad medieval digna de visitar. Fuera de las murallas se extiende la población nueva que se fue construyendo para albergar a la población creciente.
El problema que encontramos fue la gran cantidad de turistas, lo que nos supuso una tremenda dificultad para encontrar aparcamiento, cosa que al final logramos en un parking a tope pero conseguimos un hueco. Salimos de aquí y nos dirigimos hacia el recinto amurallado que es una maravilla.
En la ciudad que hay dentro encuentras sobre todo puntos de información de turismo, tiendas de souvenirs y bares muy acogedores. Entramos a tomar una cerveza fresca (porque hacía un calor insoportable) en un lugar con una gran terraza a la sombra de un  castaño inmenso con 300 años  a sus espaldas. Seguimos dando un buen paseo y admirando el perfecto estado de las murallas, hasta que nos dimos cuenta de una gran humareda en el horizonte, coincidiendo más o menos con el lugar donde teníamos aparcado el coche. Pero la gente no parecía inmutarse. Aún así, nosotros si nos apresuramos y, a medida que nos acercabamos al aparcamiento, nos dimos cuenta de que el fuego estaba localizado en el monte. Una verdadera pena que se quemen tantos árboles. La tragedia de todos los veranos, el fuego. Cogimos el coche y comenzamos a buscar ya la carretera para tomar la autopista hacia Barcelona. Hubo una pequeña discusión porque Mª Angeles y yo preferiamos pagar peaje y Jose pensaba que no hacía falta. Ganamos nosotras por mayoría y cogimos la autopista, con lo que ya no íbamos a encontrar sorpresas. En un punto de descanso, sacamos nuestra neverita y bolsitas varias para cenar comodamente sobre una mesa de piedra con sus correspondientes asientos también en piedra. Era nuestra última cena. El viaje se acababa.
Dejamos a Jose  y llegamos a Puzol sobre las 2 de la madrugada y, ya casi en casa y después de tantísimos Km. (casi 4000) sin sufrir un accidente, un coche con unos imbéciles dentro, se saltó un semáforo y casi nos chocamos.
Y el broche de oro del viaje fue que tuvimos que saltar la valla para entrar en la urbanización donde Mª Angeles tiene su apartamento porque no encontraba las llaves, cosa que le ocurre muy amenudo y que era también motivo de discusión entre ella y Jose porque cada vez que íbamos a entrar en el coche, ella no encontraba las llaves. Y así terminó el viaje, partidas de risa y tan bien como lo empezamos.

Sexto viaje
Fue una visita de paso, en un viaje a Italia, que nos obligaba a atravesar Francia. El lugar en donde paramos a dormir y pasamos algunas horas fue la ciudad de MARSELLA, de la que no recuerdo nada en especial.

Séptimo viaje
También fue una visita de paso en otro viaje a Italia. En esta ocasión la ciudad donde paramos fue 
NIZA, capital de la costa Azul.
Es una ciudad agradable pero demasiado turística.
 Lo más conocido de ella y el lugar por el que caminamos fue por el famoso paseo de los Ingleses, que tiene una longitud de 5 km. y te lleva en todo momento por la orilla del mar de un lado y por el otro majestuosas mansiones, palacetes y hoteles de lujo.

Octavo viaje
Fue en marzo de 2009, con motivo del crucero que hicimos por el Mediterráneo, por tener un puerto en territorio francés : VILLEFRANCHE.
Se trata de una pequeña ciudad muy agradable y que merece la pena pasear. No pudimos hacerlo porque preferimos aprovechar la excursión que se hacía a Mónaco y no tuvimos tiempo pero se veía deliciosa, llena de jardines y terrazas con vistas al mar, con un puerto tranquilo, en el centro del cual reposaba nuestro barco, al que nos llevaron en lancha. 

Noveno viaje

En abril de 2011 embarco en un crucero en el barco Grand Celebration (Ibero Cruceros) acompañando a mi hermana Charo que estaba ilusionada por hacer un viaje de este tipo. El recorrido era Valencia-Marsella-Ajaccio-Ibiza-Valencia y la duración era de 5 dias.
La excursión a MARSELLA consistió en unas horas de visita panorámica de la segunda ciudad en importancia de Francia, una ciudad llena de obras y sin atractivo especial. Lo más interesante fue ver el puerto desde el alto que permite la subida a una pequeña iglesia y el fuerte de San Víctor. Para llegar aquí hay que subir una considerable escalera.
Pero lo mejor de todo fue la subida a la Basílica de Notre Dame de la Garde, que está en lo más alto de la ciudad y desde la que puede verse una panorámica de todo el lugar, hasta incluso la isla de If, que inspiró el lugar donde estuvo encarcelado el protagonista de la novela El Conde de Montecristo.
Además de las bonitas vistas de esta basílica de arquitectura muy peculiar (que el guia nos describe como tipicamente marsellesa) puede apreciarse en su interior muy bellos frescos de estilo bizantino y pequeños barcos colgados de sus paredes como ofrenda de los pescadores.
La vida de la ciudad gira alrededor del puerto y hay un bonito paseo que bordea el agua y los yates amarrados, por donde se puede pasear o tomar algo en las múltiples terrazas de los bares.
AJACCIO, la capital de la isla de Córcega (región autónoma de la Francia continental) es un lugar tranquilo, cuyo recorrido hacemos en una visita panorámica por sus calles, la principal llamada Napoleón, como no podia ser de otra manera,  y donde los puntos de interés más importantes están relacionados con la figura de Napoleón Bonaparte: la gruta donde se refugiaba, el monumento erigido en su honor y que es una réplica de la de su tumba en Paris, su casa natal, el panteón donde reposan los restos de su familia, la plaza que desemboca en el puerto…. Su nombre está por todas partes, avenidas, tiendas, cafeterías, a pesar de que los corsos más nacionalistas no le tienen mucho aprecio, pero el turismo se impone.
Muy interesante fue el paseo por las afueras de Ajaccio, con agrestes costas y vegetación mediterránea, sin excesivas construcciones turísticas, llegando hasta un punto desde el que podemos hacer un pequeño paseo y disfrutar de la vista de las islas Sanguinarias.
Finaliza la excursión con una degustación  de productos típicos (vino, queso, embutidos y dulces) y, bajo una lluvia respetable bajamos hasta nuestro barco tras una breve parada para ver la pequeña catedral y admirar las murallas de la antigua ciudadela.

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La EMOCIÓN más intensa experimentada en este país ha sido la de poder admirar de cerca los originales de las obras de arte que desde hacía años veía en libros y reproducciones. Ver de cerca la venus de Milo, la victoria de Samotracia y cuadros como el de la Gioconda de Leonardo y la iglesia de Auvers  de Van Gogh, fue algo inenarrable.
Esto en cuanto a los viajes a Paris.
El viaje a La Bretaña fue cuenta aparte porque tuvo un sabor de aventura al no tener planificado el recorrido, ir con tienda de campaña por no saber donde íbamos a dormir cada noche y dejarnos llevar por el instinto de ver y decidir en el momento. Todo el viaje fue muy emocionante por ese toque de sorpresa que podías encontrarte cada día.